Diario de León

Pozos

Un descenso glaciar

El geólogo Javier Fernández encuentra evidencias de actividad glaciar a menor altitud de la que recogían hasta ahora los estudios sobre la Cabrera y el Teleno.

Publicado por
A. Domingo | Pozos
León

Creado:

Actualizado:

Al patrimonio natural y etnográfico de la Cabrera y la sierra del Teleno hay que sumar otra riqueza, la geológica, de la que el público conoce algo, pero poco en comparación con lo que guarda. Plegamientos y rocas hablan de esta riqueza, pero hay que saber escucharlas . Y así, interpretando los indicios que esculpieron las distintas eras, se llega a descifrar una historia sin testigos.

Es el caso del geólogo leonés Javier Fernández Lozano, adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que ha leido en un pliegue de cuarcita que en Pozos (Truchas) se registró actividad glaciar a una altitud menor a la que hasta el momento recoge la literatura científica, que sitúa los glaciares de la zona entre los 1.500 y 1.600 metros y en la vertiente norte de la sierra, cuando el glaciar cabreirés está en el lado sur.

Se trata de una hipótesis de trabajo, reflejada en un valle que cuyo punto alto se sitúa en Peña Canales (a 1.733 metros) y desciende hasta el pueblo, pasando, poco antes del núcleo rural, entre El Castrillón (1.661 metros) y el Pico Valteleno (1.698), en cuyas faldas, a uno 1.300 metros, se encuentran las estrías horizontales que dibujó el hielo en el Cuaternario.

Entre las marcas la roca forma una pequeña panza, típica de la acción glaciar, a lo que se suma la forma del valle, que asemeja a una artesa que sólo rompen la acción del arroyo y del hombre. Un valle formado por la erosión fluvial dibuja una «V» más marcada que los de origen glaciar. Otro dato a favor de la hipótesis del geólogo es la llanura situada en la parte alta, justo por debajo de Peña Canales, campo de hielo desde el que partía el deslizamiento.

Los depósitos

Por otra parte, los depósitos de piedras angulosas y de distintos tamaños envueltos en una argamasa de arcilla, refuerzan la idea de partida, amén de las rocas de gran tamaño situadas en medio del valle, lejos de lugares de los que podrían haberse desprendido y sin una pendiente suficiente para llegar hasta su ubicación —otro signo del arrastre del hielo—, además, del hecho de encontrarse clavadas en el terreno, en la argamasa que forma el suelo pizarroso de la zona.

Fernández Lozano ha contrastado su teoría con el Departamento de la Geografía y Geología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León, donde no encuentran extraño que la actividad glaciar en la zona haya descendido hasta la cuotas en la que Javier Fernández ha encontrado las evidencias descritas. El geólogo no descarta que la acción glaciar fuera estacional y que las lenguas se retiraran en determinadas fechas.

En contra de la hipótesis, Fernández señala la falta de una morrena y las dificultades que suponen para investigar las explotaciones de oro de época romanas, de las que se conservan las murias, así como numerosas canalizaciones en las laderas y estanques para almacenar el agua utilizada en la actividad minera.

Un estudio de la actividad glaciar en toda la zona sería la forma de confirmar la hipótesis de trabajo de Fernández Lozano.

tracking