La población del lobo crece un 20% desde el último censo oficial de 2013

La población del lobo en Castilla y León, donde se encuentran en 60 por ciento de los ejemplares ibéricos del país, está en constante expansión, sobre todo ahora, después de que un auto del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León suspendiera desde el pasado mes de julio de manera cautelar la caza de ejemplares de esta especie.

Se estima que desde el último censo oficial realizado por la Junta de Castilla y León entre los años 2012 y 2013, en colaboración con el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, que apuntaba a la existencia de 179 manadas en todo el territorio autonómico —72 de ellas ubicadas en la provincia de León—, la población se ha incrementado entre un 18 y un 19% —unas veinte manadas más—, según se recoge en Lobos, una publicación de Editorial Rimpego, que recopila de manera precisa todo el trabajo de campo realizado durante esos años por los agentes medio ambientales para ofrecer una primera radiografía de la esta emblemática especie en la comunidad.

Su autor, el biólogo Mario Sáenz de Buruaga Tomillo, ha recogido todo este «imprescindible» trabajo, junto a un profundo análisis por provincias, y los ha completado con los últimos datos ofrecidos por Infolobo, una plataforma informática creada por la Consultora de Recursos Naturales, que el mismo dirige, y que es utilizada por la administración autonómica para conocer la evolución de la especie prácticamente al momento.

«El censo realizado en Castilla y León es un trabajo sin precedentes, liderado por 578 agentes medioambientales y 106 celadores de la Junta, que recorrieron a pie un área de 50.000 kilómetros buscando indicios y recogiendo pruebas para localizar todas las mandadas de la comunidad», explica Sáenz de Buruaga. Este biólogo, director científico además de este censo nacional, asegura que las 179 manadas localizadas «están robustamente avaladas». De hecho afirma que «el 72 por ciento de ellas tienen incluso marchamo de máxima calidad ya que se ha comprobado la reproducción».

El libro explica además toda la metodología utilizada para la realización del censo, lo que convierte a esta publicación en un elemento imprescindible para entender la evolución de la especie durante los últimos años, así como su futuro inmediato.

También ofrece una valiosa información sobre la estructura poblacional de la especie, haciendo especial hincapié en cuestiones como el tamaño y la composición de las manadas, su éxito reproductor de cada temporada, y los factores propios de cada territorio.

Infolobo incluye ya más de 3.000 avistamientos desde que se iniciaron los trabajos del censo en 2012, 400 capturas fotográficas, 150 escuchas de aullidos y unos 2.400 indicios (excrementos, huellas, retos de presas, etc).

Según el responsable de esta herramienta, Infolobo «no persigue actualizar el censo cada año, sino que realiza un seguimiento continuado de la especie en los periodos intercensos, lo que sin duda servirá de referencia para los próximos inventarios».

Para este experimentado biólogo, el lobo es una especie con una gestión extremadamente complicada. «En general no existe un problema de conservación, aunque sí representa un problema social por los constantes desencuentros sobre su gestión que hay entre el mundo rural y el urbano», considera Sáenz de Buruaga, que cree que «otras especies en las que sí hay un problema de conservación, el mundo urbano y la opinión pública, no se muestra tan susceptible, por lo que no se general esa tensión social que despierta el lobo y que termina trasladándose al mundo político».

El autor de esta publicación lamenta que «las distintas opiniones que hay entorno a esta especie sean objeto de constantes exabruptos en las redes sociales».