El ave más vulnerable de la que sólo quedan 292 ejemplares
La situación del urogallo cantábrico sigue siendo más que preocupante. Su declive avanza sin que desde las administraciones se tomen las medidas urgentes
que se exigieron cuando en 2018
la especie fue declarada en peligro crítico de extinción. En los único que se ha avanzado es en la cuantificación de la especie, ya que el año pasado se conocieron los resultados del primer censo oficial que ofrecía una primera radiografía del problema. De los 292 ejemplares contabilizados en toda la cordillera cantábrica, aproximadamente dos tercios corresponderían a ejemplares macho y una tercera parte a hembras. El 79,5% de los urogallos se encuentra en Castilla
y León, distribuidos por las comarcas de Alto Sil y Omaña, y
el 20,5% restante se localiza en
la vertiente asturiana, principalmente en el Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias. No se encontraron indicios de presencia en zonas orientales de la cordillera cantábrica.
Los datos, que tienen un margen de error de unos 22 ejemplares, evidencian el estado de severa amenaza que atraviesa la especie y la necesidad de reforzar las medidas de conservación por parte de las distintas administraciones, que trabajan ya en acciones sobre el terreno para mejorar la supervivencia de los individuos.
El reducido número proporcional de hembras es igualmente síntoma de una población con problemas de conservación: a pesar de existir un posible sesgo en el hallazgo de hembras durante el censo, resulta inequívoca la escasez de hembras en la población, lo que a su vez evidencia la mayor vulnerabilidad de éstas a las amenazas existentes y el condicionamiento que ello tiene sobre la mejora de los parámetros de productividad y crecimiento poblacional.