Diario de León

OPINIÓN Benito Paredes Martínez

La Mikado en Sahagún

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León

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Es Sahagún Tierra de campos, maestra entre ríos y vega feraz en ricas legumbres y verduras, con sus tiernos, y deliciosos puerros, que recuerdan al paladar el sabor de la manteca. Es también tierra de buenas gentes, hidalgas de cuna con historias de abolengo, que celebran en Junio sus fiestas de San Juan, alternando los encierros de reses bravas con los conciertos, eventos de criaturas medievales y mercadillos. A estos festejos del 14 de junio se unió el Colegio de los Ingenieros Técnicos Industriales de León con una iniciativa peculiar. Puso en marcha el tren turístico leonés, movido por la célebre máquina de vapor «Mikado», con sus 5 vagones de «primera», para acercar a sus colegiados y familiares hasta «Sahagún en fiestas». Todo un acontecimiento cultural, con reminiscencias de los años cincuenta para los veteranos, novedad para los más jóvenes y para todos fiesta. Bullía la estación de León, alas 9,30 de la mañana, atónica ante los «bufidos» de este reluciente monstruo de vapor, fabricado con licencia americana en 1957 por la «Maquinista Terrestre y Marítima» de Barcelona, Era máquina bien experimentada en el Japón de la I Guerra Mundial. La nuestra, con más de 600.000 kilómetros a sus espaldas, es sólo una de las 235 que circularon por nuestras tierras. Los Amigos del Ferrocarril de León, que ya cumplen 10 años con Buenaventura Durruti a la cabeza, demostraron su buen hacer en las 20.000 horas de trabajo invertidas durante dos años, limpiando óxidos, reparando accionamientos, adaptando tuberías, caldera y hogar para construir fuel-oil en lugar del contaminante carbón. Con la puesta apunto de todos los complicados mecanismos de la marcha, los teóricos 2.000 caballos de vapor están ya dispuestos a «asombrar» a viajeros y curiosos con velocidades próximas a los 90 kilómetros por hora. Toda una exhibición de los «humos» que tiene esta gigantesca máquina de 23 metros de longitud. ...Paisaje de campos que vuelan a contramarcha, bajo la «negra sombra» que va dejando como estela, paseos por los pasillos, ventanas que se levantan pensando evitar las «carbonillas». Alguien rememora las aventuras del estraperlo y levanta la bota, recordando otros tiempos ya pasados y sufridos; «¡gaseosas!» ¡ricas empanadillas!, ¡gaseosas!. El Jefe de tren, Cesáreo González, decano del Colegio de los Ingenieros, saluda satisfecho a los compañeros de viaje, camino de la tierra de los puerros. Serena conversación y alegría en los compartimentos, sorprendida por un severo y auténtico revisor, que `viaja de gorra`, picando los billetes. ¡Próxima parada, Sahagún!. Sahagún es historia y es cultura. Don Matías Díez Alonso se hace eco de la «lanzas floridas» junto al puente del Canto, del gran monasterio de frailes negros de san Facundo, y después de San Benito, salían para toda España centenares de Obispos, de las iglesias mudéjares de San Tirso y san Lorenzo, y capilla de la Santa Cruz, su bella «Peregrina», la más hermosa. ¡Todo un placer para el espíritu!. Un placer para el espíritu que da paso a otro placer, no menos grato, para el cuerpo. Fue sorpresa y novedad la «Comida Medieval», servida en plato de pan, en la penumbra sin luces del Medievo... Cantos gregorianos, pícaros juglares, mujeres de vida alegre, coplas de ciego, monótonas procesiones de capuchas de frailes, amenizan las ricas viandas de la tierra: buena morcilla y chorizo entre quesos y sabrosas carnes dejaron paso a la sopa de ajo. No fue necesario lavarse las manos con el asado del cordero, pues lo más sensato para todos fue «chuparse los dedos», enjuagándose la boca con los ricos caldos de la Ribera.¡Todo un festín para el alma y para los entresijos del cuerpo!.

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