No pasa nada

Lo primero que va a descubrir el viajero que desee parar en Villalobar es la gran extensión de la localidad, teniendo en cuenta que hay censados únicamente 260 personas en esta localidad. De la segunda cosa que uno se da cuenta es del gran número de clubes de alterne que hay en el pueblo, aunque a los propios vecinos no les guste esto y les «cabree» que sólo se conozca Villalobar por el número de prostitutas que hay por metro cuadrado. A pesar de este sambenito que tienen que soportar, la calma es lo que caracteriza a los vecinos cuando se les pregunta por el manido tema. Prudencia es una vecina que vive, después de la jubilación, a caballo entre su pueblo y la capital leonesa. Además, tiene muy clara su postura sobre la «polémica» de los clubes en su pueblo. «No ha habido nunca ningún problema con ellas, jamás. Y quien diga lo contrario miente». Su hermana, Natividad, apuntilla que «incluso han dado ejemplo de buena vecindad». Para estas dos hermanas, la situación es normal, ya que en todas las carreteras nacionales del país hay clubes de alterne y «nadie arma tanto jaleo sobre esto». Para Prudencia, «que cada uno haga lo que quiera en su casa. eso no incumbe a nadie». Las prostitutas de los locales no suelen pasear por el pueblo, aunque se les suele ver en el hostal que está al otro lado de la carretera, sin molestar. «Cuando las vemos alguna vez por la calle, -indica Prudencia-, van vestidas como personas normales. A los niños les dejan en paz, a los vecinos... Otra cosa sería si ejercieran la prostitución en la calle como en Papalaguinda. Más problemas hay allí y nadie dice nada». Dichosa travesía A Prudencia y natividad lo que de verdad les quita el sueño es la peligrosidad de la N-630 a su paso por Villalobar. La carretera coincide con la salida de otra vía hacia Cabreros del Río en una raqueta. Al intenso tráfico, a la complejidad de realizar la maniobra de salida del pueblo, hay que añadirle los 80 kilómetros por hora que están permitidos en la travesía, la mayor velocidad de toda la León-Benavente. «Es peligrosísimo, sobre todo para personas mayores», indica Prudencia. Los vecinos quieren que el Ministerio de Fomento haga algo para evitar accidentes como el atropello de una niña ecuatoriana el año pasado o los numerosos accidentes que se han producido. Algunos piensan que con un puente para peatones no valdría, que lo que hay que hacer es un paso subterráneo y «poner esas cosas en el suelo para que los vehículos vayan más despacio», señala Gloria en la farmacia. Demasiado jaleo La botica de Abelardo es uno de los puntos de encuentro en el pueblo y también de cotilleo. El paso de los años y el trabajo en el campo no pasan en balde y muchos de los vecinos han sumado a su edad un número de enfermedades considerable. Como buen centro de noticias, la situación de la carretera es uno de los temas preferidos. «Hay muchas personas mayores que se van hacia Cabreros para dar su paseo. Cogen este camino porque se los conductores las pueden ver mejor. pero el peligro está en la N-630 cuando pasan de un lado a otro. Y los mayores no tienen ahora tan buenos reflejos como antes», indica Abelardo. Tampoco la autovía les alivia mucho. «Nos quitará tráfico pesado, pero muchas veces el peligro se encuentra en los coches particulares», comenta el farmacéutico con resignación. Para Abelardo y sus habituales clientes éste es el verdadero problema del pueblo, no los clubes. «Nunca pasa nada con ellas. Cre que deben ser brasileñas o colombianas y muy educadas. Cuando están aquí o donde la médica, saludan,guardan la vez y esperan a que se les atienda. Van a su bola». El boticario no sabe cuántas prostitutas trabajan en los clubes de alterne, «porque sólo repiten la visita cada tres meses, si es que vuelven. Es difícil ver a la misma chica dos veces, ya que deben cambiar de lugar a menudo», indica Abelardo. Por una salida a la autovía Los vecinos de Villalobar farmacéutico coinciden en que la salida a la autovía debe ser la próxima reivindicación. Sin embargo, no se olvidan de mandar escritos al Ministerio de Fomento para solicitar una solución a su travesía, ni de criticar a la Guardia Civil por desaparecer del pueblo tras el atropello de la niña ecuatoriana el año pasado,. «Ahora se colocan en Cembranos con el radar. Antes siempre había guardias en coche o en moto. Ahora nadie», señala con amargura un anciano.