La Ferrería de San Blas cambia su cara

Una visita guiada por los ingenieros de minas y estudiosos de la Ferrería de San Blas, Gabriel Frías y Roberto Matías, por el Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León, de Sabero, sirvió el pasado jueves para mostrar para mostrar los nuevos paneles y piezas que dotan al centro de un mejor y mayor contenido.

El museo ha venido desarrollado en los últimos meses un completo cambio en la museografía de su exposición permanente, renovando casi íntegramente la sección dedicada a la siderurgia.

El objetivo de este cambio ha sido recoger de forma más completa la historia y el funcionamiento de la Ferrería de San Blas, para que el visitante entienda mucho mejor la importancia que tuvo a mediados del siglo XIX la implantación en Sabero de esta industria pionera en España, cómo eran sus instalaciones, el funcionamiento de su maquinaria y métodos de producción, los productos que en ella se fabricaban, los mercados a los que abastecía, los oficios que albergaba y las causas de su cierre, entre otros aspectos.

Para ello, el museo ha contado con la colaboración de Gabriel Frías y Roberto Matías, ingenieros de minas y estudiosos de la Ferrería de San Blas, que han realizado los textos de los nuevos paneles. Estos textos se acompañan de una cuidada selección de ilustraciones realizadas por Gabriel Frías que muestran las instalaciones y maquinaria de la Ferrería.

De igual forma se han incorporado a la sección nuevas piezas, que completan el discurso expositivo.

LA HISTORIA

En el año 1846 se ponía la primera piedra de la Ferrería de San Blas en Sabero. Comenzaba así la que sería la historia de los primeros hornos altos modernos de España. En el año 2008 se inauguraba el Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León, ubicado en las instalaciones que en su día ocupó esa fábrica, para poner en valor los sectores siderúrgico y minero de la comunidad, y el propio edificio de la ferrería, declarado Bien de Interés Cultural con categoría de monumento en el año 1991.

Entre ambas fechas hay casi doscientos años de diferencia, que comienzan con la llegada de la revolución industrial al norte de España y terminan con el declive de una de las principales cuencas mineras del país, la Cuenca de Sabero. Más de siglo y medio cargado de historia, pero también lleno de lagunas.

La intensa pero corta vida de la Sociedad Palentino-Leonesa de Minas, titular de la Ferrería de San Blas, con poco más de dos décadas de actividad, y su final precipitado, motivo que buena parte de la historia de esta sociedad pionera se perdiera en el olvido. El abandono prematuro de sus instalaciones y la pérdida de la mayoría de la documentación privada de la misma, hizo que el desconocimiento de la verdadera historia de esta sociedad llegará hasta la propia puesta en marcha del museo.

La Nave Neogótica de la Ferrería de San Blas es el único vestigio que queda en España de una instalación industrial de la época, y destaca por su interés arquitectónico y por su valor histórico. Estas enormes instalaciones basadas en una arquitectura específica para la producción industrial, están construidas en piedra y ladrillo, con una gran nave central totalmente diáfana, sin pilares, sustentada la cubierta por una sucesión de arcos diafragma. Tiene una planta basilical de 3 naves, siendo la central más elevada y ancha. Las naves laterales se cierran con bóveda de medio punto a 5 m de altura y se comunican con la central por medio de arcos apuntados. La Nave Neogótica de la Ferrería de San Blas es el único vestigio que queda en España de una instalación industrial de la época, y destaca por su interés arquitectónico y por su valor histórico.

Estas enormes instalaciones basadas en una arquitectura específica para la producción industrial, están construidas en piedra y ladrillo, con una gran nave central totalmente diáfana, sin pilares, sustentada la cubierta por una sucesión de arcos diafragma. Tiene una planta basilical de 3 naves, siendo la central más elevada y ancha. Las naves laterales se cierran con bóveda de medio punto a 5 metros de altura y se comunican con la central por medio de arcos apuntados.