Nuevos descubrimientos en la Cueva de Valporquero revolucionan su historia y exigen un mapa topográfico real
La espeleogénesis sobre la 'Catedral del subsuelo' de León, uno de los monumentos geológicos más importantes de España, saca a la luz los grandes errores conocidos hasta ahora de Valporquero, desde su edad hasta su formación. Todo ha estallado en las entrañas de la tierra

Imagen única de la cueva.
La Cueva de Valporquero, enclavada en el corazón de la Montaña Central Leonesa, se erige como uno de los tesoros geológicos más destacados de la provincia de León y un referente indiscutible del turismo natural en Castilla y León. Este sistema kárstico, modelado a lo largo de millones de años por la acción erosiva del arroyo de Valporquero, afluente del Torío, se ha desvelado en 2025 un conjunto de hallazgos que no solo enriquecen su legado científico, sino que obligan a una reformulación completa de su mapa topográfico, desafiando los modelos establecidos desde los años ochenta y plasmados en el estudio del IGME de 1997.
Los descubrimientos recientes basados en la espeleogénesis, liderados por los espeleólogos leoneses Pedro González López y Tania García Miranda, han revelado una estructura subterránea de una complejidad inesperada y hasta ahora desconocida que cambia por completo la historia de la cueva. Según las nuevas teorías, la información que recibe el turista es totalmente distinta de lo que sugieren los nuevos hallazgos: la cueva se habría formado con el agua en sentido contrario al que se ha considerado desde su descubrimiento. Además, siempre se ha dicho que Valporquero tiene un millón de años y es más que probable que tenga muchos más.
Lo avalan varios hechos, pero los importantes son los dos rasgos inéditos presentados a los expertos esta semana y que este sábado visitarán la cueva, entre ellos reputados expertos de tecnología aerospacial. La primera de las dos últimas novedades es que existe una nueva galería inaccesible por ahora Sobreperlas -por donde salía el agua- y una segunda subacuática, también inédita hasta hoy y a la que se momento tampoco se puede llegar. A esta se la ha bautizado como el Sifón de Pequeñas Maravillas.
Novedosos son muchos de los elementos encontrados y puestos a disposición de la ciencia por los espeleólogos: se trata del sentido del agua dentro de la cueva, algo que jamás se había contado. Iba de oeste a este y no al revés, como se creía. La clave está en la imbricación de clastos o la forma en la que han quedado las piedras más alargadas: todas ellas montadas en dirección de la corriente y con el mismo ángulo de inclinación: definitivo.
Todos estos nuevos descubrimientos han despertado el interés del Departamento de Geología de la Universidad de León como de la Diputación de León, gestora de la cueva, que tendrá decidir si encarga un nuevo mapa topográfico de Valporquero con la nueva realidad que ha probado la espeleogénesis.
Nuevas cavidades, nuevos enigmas
El epicentro de esta revolución cartográfica radica en el descubrimiento de cuatro nuevas áreas dentro de la cueva: la Sala de los Lirones, la Galería del Centenario, la Galería encima sobre Perlas y una sima subacuática sin nombre, todas situadas en niveles superiores al cauce activo del río y por encima de la sala Peñalba, hasta ahora la cavidad más extensa conocida en el sistema. La Sala de los Lirones, bautizada en honor a los restos óseos de pequeños roedores encontrados en su interior, abarca aproximadamente 1.000 metros cuadrados y se estima que se encuentra a unos 60 metros sobre el nivel actual del río Valporquero. Este hallazgo, anunciado en septiembre de 2024, sugiere la existencia de accesos al exterior aún desconocidos, posiblemente sellados por coladas calcáreas o movimientos tectónicos, lo que abre un nuevo campo de investigación sobre las conexiones entre el interior de la cueva y el entorno montañoso.

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Fotos inéditas de las entrañas de la montaña leonesa: todo lo nuevo de Valporquero
M. Romero / María Martínez
Por su parte, la Galería del Centenario y la galería descubierta en mayo de 2025, ubicada en el tramo oriental del Curso de Aguas, aportan evidencias de un antiguo régimen freático, caracterizado por conductos circulares tallados por agua a presión. Una de estas galerías, de entre 80 y 100 metros de longitud, conectan con la Sala de las Perlas a través de un pozo y presenta marcas distintivas, como “golpes de gubia” y huellas de corrientes, que narran una historia de erosión que se remonta al Pleistoceno, hace aproximadamente un millón de años. La presencia de colores inusuales —amarillo, blanco y verde— en estas cavidades, probablemente resultado de procesos químicos a lo largo de milenios, añade una dimensión estética y científica que distingue a Valporquero como un espacio de singular belleza y complejidad.
La urgencia de un nuevo mapa topográfico
Estos descubrimientos han puesto en evidencia las limitaciones del mapa topográfico actual, homologado por el Instituto Geológico Minero de España en 1997, con una teoría armada sin los actuales conocimientos.
La configuración del sistema kárstico, que ahora se revela más intrincada de lo que se pensaba, exige una actualización cartográfica que integre las nuevas cavidades y reformule las interpretaciones sobre la evolución geológica de la cueva.
Los espeleólogos, apoyados en tecnologías avanzadas como el mapeado láser (Lidar), la radiobaliza, la radiolocalización y sistemas de iluminación LED de alta potencia, han iniciado un meticuloso proceso de mapeo para documentar con precisión las dimensiones y conexiones de estas áreas. Por ejemplo, la Sala de los Lirones, con unas dimensiones estimadas de 50 metros de largo, 20 de ancho y 15 de alto, presenta formaciones como los característicos “macarrones” —estalactitas colgantes— y coladas que sugieren un origen ligado a flujos de agua distintos a los del río Valporquero actual, posiblemente provenientes de un afluente.
La galería de mayo, por su parte, destaca por su morfología freática y su conexión con otras cavidades, como la Sala de las Perlas, a través de una escalada vertical de 45 metros. Este pasaje, que en su momento funcionó como una salida del arroyo hacia el exterior, quedó sellado por acumulaciones calcáreas, un fenómeno que refleja la dinámica adaptativa del sistema kárstico al nivel del río Torío, que ha tallado las Hoces de Vegacervera a lo largo del tiempo. Estas evidencias desafían el modelo clásico de formación de la cueva, que asumía una estructura más lineal y menos diversificada, y subrayan la necesidad de un mapa que contemple la multiplicidad de niveles y conexiones subterráneas.
Un esfuerzo científico y tecnológico
El proceso de actualización cartográfica no solo responde a la incorporación de las nuevas cavidades, sino también a la necesidad de comprender la evolución geológica de Valporquero, uno de los elementos turísticos de León, en un contexto más amplio. Este enfoque tecnológico, combinado con expediciones que requieren hasta siete horas de exploración en condiciones extremas, ha permitido desentrañar detalles que habrían pasado desapercibidos sin la potencia de la iluminación moderna.
Los restos óseos encontrados, como los de lirones y murciélagos, sugieren que estas cavidades estuvieron conectadas con el exterior en algún momento, posiblemente antes de un evento tectónico o un deslizamiento que cegó los accesos. Esta hipótesis, que será explorada en futuras investigaciones, refuerza la idea de que Valporquero es un sistema vivo, cuya historia está marcada por procesos de erosión, sedimentación y transformación que continúan moldeando su estructura.
Implicaciones científicas y turísticas
El impacto de estos hallazgos trasciende el ámbito científico y consolida a Valporquero como un destino turístico de primer orden. La cueva, que cuenta con dos niveles diferenciados —un recorrido superior de un kilómetro para visitantes y el Curso de Aguas, que desemboca en las Hoces de Vegacervera—, ha atraído a figuras públicas y aventureros, desde políticos hasta artistas, gracias a su espectacularidad y accesibilidad. Las nuevas cavidades, con sus formaciones únicas y colores distintivos, podrían abrir la puerta a nuevas rutas turísticas, siempre que la Diputación de León, gestora del monumento, decida invertir en su exploración y acondicionamiento.
En el marco de las VII Jornadas de Geología GeoLaciana 2025, los avances en la topografía de Valporquero serán presentados al público especializado este sábado, acompañados de un análisis integral de su estructura y evolución. La revista GeoLaciana, por su parte, dedicará un suplemento especial titulado Valporquero, una visión integral de un karst extraordinario, que recopilará los datos más recientes y ofrecerá una perspectiva renovada sobre el sistema kárstico y su entorno.
Un legado geológico en constante revelación
La Cueva de Valporquero, considerada la más joven de Castilla y León, continúa desvelando secretos que desafian las expectativas de la comunidad científica. Los descubrimientos de 2024 y 2025 se suman a una rica historia de exploración. Las primeras, en 1925 con Isidoro González, hijo del maestro de Valporquero, por lo que este año se conmemora el centenario del comienzo de la exploración de la cueva. Ya en 1961, un grupo de valientes espeleólogos, entre ellos Ignacio Medarde, Miguel Ángel y Teófilo Alonso, Benigno Antonio Ponga, Bernardino Lozano, Onésimo González y Ángel Rodríguez, exploraron por primera vez el interior de la cueva hasta llegar a las Hoces de Vegacervera. Más tarde, Santiago Portas y Carlos Ruiz descubrieron la Sima de las Perlas, y ahora Pedro González y Tania García se unen a esta lista de exploradores con sus revolucionarios hallazgos.
Mientras los espeleólogos continúan explorando sus recovecos y los geólogos analizan las historias que cuentan sus rocas, la cueva permanece como un recordatorio de que, bajo la superficie, el tiempo geológico guarda maravillas que esperan ser descubiertas. En este sentido, Valporquero no es solo un monumento natural, sino un legado en constante evolución, un espacio donde la ciencia y la belleza convergen para narrar la historia de un paisaje subterráneo que nunca deja de sorprender.