Diario de León

OPINIÓN C. Aguilar y V. Plaza (*)

Respuesta desde La Vid

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Somos unas vecinas de La Vid, y ante las recurrentes y ahora prolíficas apariciones de otra vecina, no podemos más que salir al paso. Esta señora critica el mandato de la presidenta de la Junta Vecinal; quien sabe si por envidia; en las anteriores elecciones su marido también candidato fue derrotado. Da igual quien gobierne un pueblo, ya que al cabo del tiempo se va a unir al grupo de villanos que le antecedieron. Nunca llueve a gusto de todos. Esta persona habla de la obra llevada a cabo por la Junta Vecinal en relación con las acometidas, ignorando que sólo una mínima parte fue aportada por el Ayuntamiento. ¡Señora, no engañe al personal! Los monumentos del pueblo, de los que esta señora habla, son: una torre medieval, de propiedad privada; las escuelas, propiedad del Ministerio; el lavadero, propiedad del pueblo, con ayudas solicitadas a la Diputación y a Cuatro Valles, ambas denegadas; la iglesia, propiedad del Obispado, y Collalampa, que fue el promotor, colaborando desinteresadamente, y a la HVL, que donó el material y por supuesto a la gente de otros pueblos que vino, sin desestimar a los vecinos entre los que esta señora ni nadie de su familia encontraban. No critique lo que usted está dispuesta a salvar, ya que es su pueblo al que tanto ama, y en esos casos dan igual las creencias políticas, cuando se lucha por él. Cierto es que no se celebró ningún concejo más, gracias a la «colaboración» de algunos vecinos que increparon y despreciaron a los no nacidos aquí. ¡Su marido tampoco lo es, señora! Esa actitud elitista la viene mostrando frecuentemente despreciando al que no es de su pueblo. No queremos superhombres, sino realidades no mancilladas con el deshonor, la hipocresía, la mentira, la falsedad, la ignorancia, la humillación, porque como esta señora dice, en un pueblo tan pequeño nos conocemos todos, y a estas alturas no engaña a nadie. Apelamos a su buen criterio, para que no se esconda y tenga el valor de exponer sus ideales a la cara de la gente y no lo haga por detrás, y con cobardía. Pero mientras se dedica a incordiar, increpar, insultar y coaccionar, ¿verdad que el bienestar de los vecinos es lo primero? Deje de «ladrar» en nuestros oídos y en nuestras casas, de vomitar injurias y sandeces, de castigarnos con el ruido y hedor de su incultura con la provocación, con ínfulas. ¡Cállese! (*) Concepción Aguilar y Vanesa Plaza son vecinas de La Vid.

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