Diario de León

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Pastores, merinas y mastines

Los Barrios de Luna celebran el próximo domingo la festividad popular del pastor, declarada de interés turístico provincial y que enlazará el lunes con la fiesta patronal

Florentino Agustín Díez, que recibió el título de Pastor Mayor en 1973

Florentino Agustín Díez, que recibió el título de Pastor Mayor en 1973

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Enrique Alonso Pérez - león
León

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Entre las numerosas fiestas y romerías declaradas de interés turístico provincial, quizá la del Pastor sea una de las primeras en adquirir este rango. Sus más de treinta años de andadura, con 28 ilustres pastores mayores, encabezados por el famoso periodista, Tico Medina y asistidos por un par de recios rabadanes cada uno, han consolidado de tal forma la fiesta, que para la comarca de Luna y para toda la provincia es un referente de primera magnitud. Que una fiesta se reconozca tan unánimemente y su impacto sea de ámbito provincial, no se consigue sin el firme propósito y dedicación de quienes tienen la responsabilidad y el entusiasmo de programarla. Barrios de Luna ha tenido suerte, pues desde aquel pionero que fue el alcalde José Raúl Rodríguez hace ya unos cuantos años que la fiesta descansa en la iniciativa del actual alcalde, Jesús Darío Suárez, que asistido por una corporación entusiasta y un buen equipo de colaboradores, ha sabido elevar el tono de la fiesta y la proyección de la misma. Este acontecimiento, tan enraizado en las esencias leonesas, da pie a nuestro Retablo para dedicar un apunte a lo que fue la vida pastoril y la incidencia de sus prolongadas estancias entre trashumantes y sedentarios. El otoño leonés Dentro de unos días, comienza el otoño para los habitantes del hemisferio Boreal y su llegada presenta la estación más versátil y pintoresca de las cuatro que componen el ciclo anual. Septiembre, el mes del arranque otoñal, en el que «se secan las fuentes o se arrastran los puentes»- y nunca mejor dicho que este septiembre 2004-, puede ser muy bien el símbolo de esa versatilidad apuntada. El otoño leonés, siempre esperado con expectación por los labradores como culminación de un intenso laboreo y el regusto de una buena y gratificante cosecha, está marcado también por la nostalgia de los pastores que durante cuatro meses poblaron los puertos de altura conviviendo y compartiendo con las buenas gentes montañesas. A ellos, a los pastores, debemos nuestra integración en su cultura, su folklore, sus costumbres, sus amores... Los concejos, encartaciones, merindades y jurisdicciones antiguas que componían el mapa administrativo de la montaña leonesa hasta la aparición de los municipios en 1835, recibieron siempre grandes cantidades de ganado lanar que formaban una espléndida cabaña compuesta por numerosos hatos repartidos en los puertos con la expresa condición del respeto a unos límites previamente convenidos. Mayorales, rabadanes, zagales, motriles... pastores en general, cruzaban los caminos señalados y, cada noche, mientras duraba su andadura, eran requeridos y disputados sus rebaños para pernoctar en esta o en aquella finca, que así quedaba bien abonada. Llegó a ser muy familiar la estampa de aquellos hombres curtidos en las múltiples brisas de la Rosa de los Vientos, con sus mulas sobrecargadas como el caracol, con la casa a cuestas, los fieros mastines protegidos por las punzantes carlancas, y dispuestos a defender sus ovejas hasta la muerte, como en el romance de La Loba Parda . Pues bien, todo ese mundillo pastoril, encajado durante varios meses en la vida montañesa, dejó abundante huella de costumbres, folklore, decires, cantares... En fin, fue uno de los más firmes vehículos culturales de ida y vuelta entre las tierras del gazpacho y la alpargata y las de las sopas de ajo y la madreña. También su paso por las brañas y el arrendamiento de pastos, estaba regulado en lo económico; pero no acababa el compromiso en el pago de unos dineros negociados: se pagaba otra parte en especies y el pueblo entero participaba esta vez directamente porque cada rebaño, al caer el verano, entregaba al común de vecinos una oveja machorra , que siguiendo las costumbres extremeñas y salmantinas se sacrificaban, casi ritualmente, para ser compartidas y degustadas en armonía por todo el vecindario. Un programa de lujo Como corresponde a una fiesta con solera, el domingo día 12, desde bien temprano, a las nueve y media de la mañana, se procederá a formalizar las inscripciones para la exposición de ganado, concurso de mastines y concurso de pastores ataviados a la antigua usanza. Todo ello en los jardines del Colchón. A las diez y media se cierran las inscripciones para que a las once comiencen los comisarios correspondientes a emitir juicios y puntuaciones a cada concurso y exposición. Como es costumbre, a la una de la tarde se celebrará una misa en la iglesia parroquial, con asistencia de autoridades y público en general. Y a las seis de la tarde, después de la comida institucional, se procederá a la entrega de títulos, trofeos y premios para terminar a las ocho de la tarde con la actuación del grupo Absoluta Discreción: concierto de espirituales negros gospel. Pero el pueblo de Los Barrios, no termina aquí sus fiestas, pues al día siguiente enlazan ya con la patronal, El Cristo, que durante los días 13, 14 y 15 mantendrán en candelero festivo al pueblo con numerosas actividades lúdicas: partidos de fútbol, verbenas, juegos infantiles, chocolatadas...

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