Diario de León

La propietaria reclama a la Junta que le indemnice por los daños que causó el plantígrado

Un oso consigue darse un festín tras destrozar catorce colmenas

La explotación El Cornón ha sufrido otros dos ataques en agosto, que afectaron a cuarenta casillas

El oso destrozó la mayor parte de las colmenas que la empresa El Cornón tiene cerca de Lumajo

El oso destrozó la mayor parte de las colmenas que la empresa El Cornón tiene cerca de Lumajo

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J. L. Vega - corresponsal | villablino
León

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El colmenar que la explotación apícola El Cornón tiene instalado en el paraje de La Cabana , a dos kilómetros de la localidad de Lumajo, sufrió el pasado lunes la visita de un oso que logró darse un buen festín a costa de destrozar catorce colmenas, que además se encontraban llenas de miel, a la espera de que su propietaria realizara la recolección, prevista para dentro de unos días. El forzudo y goloso plantígrado dejó huella en la zona con varios rastros y excrementos que delatan su presencia. La propietaria, María Teresa Álvarez, no se percató del ataque hasta un día más tarde, ya que además de este colmenar tiene otros instalados en diferentes zonas cercanas a Lumajo, hasta completar casi medio millar de colmenas. Ahora espera que desde la Consejería de Medio Ambiente se visite la zona para que certifique que el destrozo fue causado por un oso, y tase los daños con el objetivo de poder recibir la indemnización correspondiente. Esta misma explotación ya sufrió el ataque del oso hace un mes en dos ocasiones, destrozándole 24 colmenas en una de las visitas, y otras 15 en otra. En esta ocasión, la responsable puso el hecho en conocimiento de los forestales del departamento de Medio Ambiente de la Junta, y reconocieron que habían sido causados por el oso, aunque advirtiendo que la indemnización puede retrasarse más de un año. Alimentar al oso En este caso, los funcionarios de la Junta ni siquiera han visitado todavía la zona, y María Teresa Álvarez considera injusto que desde la administración autonómica se ralentice el proceso de reclamaciones. Según señaló, «no tengo inconveniente en alimentar el oso, y soy la primera en reconocer que hay que colaborar para mantener un animal en peligro de extinción, pero eso sí, siempre que paguen los daños a su debido tiempo». Además, teme que se vuelvan a reproducir los ataques a otros colmenares de su propiedad, lo que provocaría un daño importante en la economía de esta apícola inaugurada hace catorce años, y que factura en torno a 6.000 kilos de miel al año.

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