Diario de León

El ajo, una tapa exclusiva de la villa paramesa

El Ayuntamiento organizó una jornada de exaltación de este típico plato local en la que participaron 21 bares de la localidad y repartieron cerca de 3.000 raciones

El trovador Crispín, con sus canciones y gracias, animó la mañana a los más pequeños

El trovador Crispín, con sus canciones y gracias, animó la mañana a los más pequeños

León

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La calles de Santa María del Páramo eran un completo bullicio al mediodía de ayer. Al ya tradicional mercadillo que se celebra cada domingo en la localidad, se sumó la segunda edición de la Jornada de Exaltación de la Tapa de Ajo. En la plaza Mayor, a las puertas de la iglesia y del ayuntamiento, se arremolinaba la gente para degustar este típico plato autóctono y exclusivo de la villa paramesa. Un total de 21 bares y establecimientos hosteleros locales participaron en la degustación. Cada uno de ellos repartía de forma gratuita un panecillo untado con el Ajo. Se sirvieron nada menos que cerca de 100 kilos y unas 3.000 raciones. Y todo ello acompañado de un vaso de vino. La tapa de Ajo es tan particular de Santa María del Páramo que apenas se conoce siquiera en los pueblos limítrofes. Se desconoce su origen exacto que, desde luego, es muy antiguo. Dicen que los arrieros la llevaban en su fardel en tiempos de pobreza y escasez. Y con ella mitigaban el hambre y el frío. Los ingredientes son humildes, pero su elaboración requiere grandes dosis de paciencia. En primer lugar se realiza un caldo a base de carne de vaca, huesos y gallina. Dicen que ésta es la base principal. Una vez hecho ésto, se vierte sobre miga de buen pan de hogaza. Hay quien apunta que si es duro, mejor quedará. Se le pone pimentón, aceite de oliva y, por supuesto, una buena dosis de ajo. Se remueve todo hasta que se deshaga el pan, y ya está listo para comer. Las hay muy picantes y aquellas que no pican absolutamente nada. Su textura es consistente y espesa, lo que la diferencia de las sopas de ajo que son caldosas. Puede servirse fría o caliente, sobre una rebanada de pan o en plato para tomar con cuchara o tenedor. Se trata de una tapa típica del invierno que se consume especialmente alrededor de la festividad de Todos los Santos. El Ayuntamiento quiere darla a conocer y por eso ha organizado esta jornada de exaltación. Para hacer más ameno el acto, el trovador Crispín, ataviado con rabel y guitarra, amenizó la mañana a los niños y mayores que por allí se encontraban.

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