Diario de León

Retablo Leonés | Evoca la vela que las mujeres recién paridas llevaban a la iglesia

León celebra la festividad de Las Candelas el próximo 2 de febrero Corral de San Guisán, año 1910

El calendario retoma la cita con «Los Usías» que, al calor de la hidalguía tiene raíz medieval

E. ALONSO PÉREZ

E. ALONSO PÉREZ

Publicado por
Enrique Alonso Pérez - león
León

Creado:

Actualizado:

La ciudad de León celebrará, como cada año desde tiempo inmemorial, la simpática fiesta de «Los Usías», cuyo protocolo se hunde en las raíces medievales y conserva el empaque ritual de las solemnidades nacidas al calor de la hidalguía leonesa. La iglesia de Santa Marina la Real, depositaria por derecho, de esta tradición, recibirá el tributo de la gente del pueblo, que con su buen hacer, bien merece ser heredera del tratamiento que originó la fiesta, tan dignamente representada por los nuevos «Usías». El arraigo de esta fiesta nos remonta a sus primeros protagonistas, los nobles leoneses que adornaban la ciudad con sus palacios, los palacios con sus blasones, y los blasones con el comprometido lema de la defensa de los más altos intereses del reino. Lunas y Guzmanes: Osorios y Pimenteles; Ponces y Villafañes; Gutierres y Castañones... Toda una larga nómina de linajes entregados en cuerpo y alma a dar brillo al solar de sus mayores. Aquella primitiva iglesia de Santa Marina, adosada a los viejos muros romanos por su cara interna, cuyo recuerdo y ubicación sólo puede constatarse en la portada de piedra de sillería que adorna su dintel con una jarra de azucenas labrada junto a la fecha de 1784, fue la primera en conocer la ceremonia encajada en el día en que la Iglesia conmemora la Purificación de la Virgen -cuarenta días después de Navidad- y que popularmente conocemos como día de «Las Candelas» por aquello de la vela que las recién paridas llevaban al templo una vez superada la rígida cuarentena. Evocación de la iglesia La evocación de la desaparecida iglesia, que durante seis siglos -XII al XVIII- congregó a los fieles de la populosa y castiza barriada de Santa Marina, nos lleva a situarla en el lienzo norte de la muralla, con su espadaña asentada sobre uno de lo cubos adaptado a manera de torre, lo mismo que la del Gallo de San Isidoro, y destruida a principios del siglo pasado, junto al resto de los cubos que componían el conjunto de la actual calle Carreras. El lugar, lo mismo que la portada anteriormente descrita, se recuerda y señala al curioso caminante con una pequeña espadaña, réplica diminuta de la anterior, y enriquecida con una imagen de la Virgen. No lejos de la entrañable y pueblerina parroquia reseñada, y mientras ésta iba resquebrajándose de puro vieja, había surgido el más espectacular complejo docente que León conoció desde la antigüedad. La Compañía de Jesús, a la sazón en pleno vigor hegemónico de su rápida y sólida expansión, sentaba sus reales en el solar que hoy ocupa la iglesia de Santa Marina y el conjunto escolar de la antigua Escuela de Comercio y el Colegio de Ponce de León. El obispo Juan de San Millán, amigo personal de San Francisco de Borja, nombrado por Felipe II para ocupar la silla episcopal legionense, fundó y dotó para los hombres de San Ignacio, en el año 1571, el Colegio San Miguel de Jesús, que pronto llegaría a ser el foco cultural más relevante de la ciudad. La sabiduría de sus profesores y el prestigio alcanzado por el principio jesuítico del «Ratio Studiorum», sirvieron de palanca para engrosar el número de alumnos, que superó la magnífica cifra del millar, en muy poco tiempo. Y a punto estuvo de ser convertido en Universidad. Fin a una trayectoria Dos siglos más tarde, en el año 1767, los jesuitas eran expulsados de España como consecuencia de la conflagración europea contra esta Orden Religiosa. De esta manera el Colegio San Miguel terminaba su ascendiente trayectoria, y las instalaciones colegiales pasaron a otras manos, conservando sin embargo su carácter educativo hasta nuestros días. Por aquel entonces, la antigua iglesia de Santa Marina, eje de nuestro comentario, amenazaba una inminente ruina abatida por los años y la dudosa nobleza de los materiales que la sostenían. Y como «la ocasión la pintan calva», el obispado habilitó la hermosa capilla de los Jesuitas, en la calle de Serranos, aneja al colegio de San Miguel, para entronizar en ella la multisecular parroquia de Santa Marina, que desde entonces mantiene su feudo espiritual sobre los feligreses de este típico y añejo barrio leonés. De solera indiscutible La iglesia de Santa Marina, cuya solera indiscutible la coloca entre los primeros templos leoneses, no sólo mantiene dentro de sus muros la esencia de las más rancias tradiciones de esta histórica ciudad. La imagen ofrece una curiosa estampa del Corral de San Guisán, en el año de 1910, donde el párroco de Santa Marina ofició un responso por los héroes leoneses de la Independencia en el centenario de su muerte. Al fondo la iglesia de Santa Marina. En el templo llama la atención la lista de aquellas piezas que no fueron en principio talladas, pintadas, esculpidas o realizadas para incrementar directamente las propiedades parroquiales.

tracking