Diario de León

| Reportaje | Una tradición y una subsistencia |

La fiesta del gocho de aquellos años

La asociación de mujeres de Santa Águeda puso en marcha una vez más la fiesta de la matanza que tiene por objetivo recordar lo que significó este animal para las familias

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Cistierna

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corresponsal | riaño

La asociación mujeres de Santa Agueda de Riaño organizó la XII edición de la matanza que ha tenido por objeto recordar lo que ha significado durante décadas la tradición de la matanza del gocho. Para ello se eligió al artista de Riaño, Miguel Carracedo, para puntualizar sobre este hecho. Recuerda que cuando en todas las casa de Riaño y de todo los pueblos de España se mataba el gocho era un día de fiesta. En muchas casa los niños no iban a la escuela. «Se comía hasta llenar la tripa de mal año, llamaban a los parientes y amigos de los pueblos de al lado y era siempre un motivo de reunión familiar», dice Carracedo.

Recuerda que se solía pasar bastante frío. Primero a la hora de matar el gocho, luego a la hora de comer, en el comedor que normalmente era la pieza de la casa orientada al norte o al este y que sólo se utilizaba un par de días al año: el día de Quintanilla y el día de la matanza. Era a los hombres a quienes primeros se les helaban las manos a la hora de matar al gocho. Algunos ya iban «guapos» de orujo a la hora de la parva. La segunda parva venía una vez que el animal estaba colgado y limpio, y consistía en galletas caseras, sequillos, mantecadas y más orujo. Pero quien verdaderamente pasaban frío, recordó Carracedo, eran las mujeres cuando tenía que desentrellizar y lavar el caído, las tripas y entrañas del gocho en la presa del pueblo, es decir, del antiguo Riaño. Del gocho se aprovechaba todo. Si el gocho estaba de buen año se decía que estaba gordo y era grande. Se pesaba en arrobas de 11,50 kilos la arroba. Así «un gocho de 15 arrobas era un gocho muy, muy gocho», señala Carracedo.

Otra de las tradiciones que traía consigo el acto de la matanza, era el hacerse con la vejiga o zambomba ya que una vez inflada se hacía un balón y todos los chavales del pueblo jugaban con ella al fútbol, a pesar de la helada que había.

Una vez que el gocho se colgaba se dejaba entiesar. Una semana después se estazaba, es decir, se despiezaba y así se sacaban todos los productos que da el gocho como los jamones, lomo, costillas, etc. Este fue el recuerdo de lo que era la matanza y que en la mañana fría de ayer volvió a recordar al numeroso público asistente en la plaza de Los Pueblos de Riaño, el artista Miguel Carracedo que además fue el encargado de llevar a cabo la subasta del animal que con un peso de unos 150 kilos y un precio de salida alcanzó los 250 euros. Durante la mañana las mujeres de la asociación Santa Agueda ofrecieron a los asistentes la típica chanfaina hecha por Maruja Macho en una taza de barro que se vendía a tres euros y cuya recaudación irá destinada a Unicef.

Llegada la hora de la comida la gente que pudo disfrutar en los restaurantes de Riaño de una comida a base de los productos de la matanza con una sabroso cocido montañés. La fiesta continuó por la tarde con una baile en el salón del hostal Sainz a cargo del duo Savan que se alargó hasta la noche.

Aunque los actos de la jornada de la matanza se concentraron ayer, día de la Constitución, la asociación de mujeres de Riaño tiene previsto celebrar una gran parrillada mañana lunes a base de chorizo, churrasco y costilla, productos procedentes del gocho y que han sido donados por la carnicería Yordas. Esto pondrá fin a unas jornadas que durante este puente quiere servir como una de las formas de rememorar lo que significó el gocho para el sustento de las familias de toda esta montaña.

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