Diario de León
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Carta te escribo martín martínez

Querido hermano: Mecagüen la leche de la cabra machorra, la de la Morena que en vez de leche daba pena. Ahora entiendo por qué el Ayuntamiento de León anda como anda; debiendo millones de euros a las empresas de aguas, de la limpieza, consorcio del aeropuerto, al CTR, a los abastecedores y al sursum corda. Es un espectáculo circense, de carpa y triple salto lo que está sucediendo en torno a la Llionpedia esa, engendro demoníaco ideado por Abel, el gatopardo leonesista, ya no sé si leonés. Entiendo, hermano, esa deuda millonaria del consistorio leonés después de comprobar los emolumentos que del mismo se embolsará, en lo sucesivo Caín -”perdón, quiero decir Abel -” Abel Pardo, un defensor a ultranza, y más que a ultranza, de la esencia que desparrama esta tierra; esencia de la que se nutre su ego y bien ganada fama de defensor de los ancestros y arcanos de esta provincia que no llegó a autonomía por mor de un paramés visionario. Ya sabes quien. Eso le vino a Pardo pintiparado; y a otros, tú. Ahora entiendo las deudas de la capital, al comprobar cómo son remunerados sus ediles, quienes hacen un inmenso sacrificio en pro del bienestar de sus conciudadanos. Lo que no entiendo es cómo a un tipo que se le retiran todas las responsabilidades de gobierno; al que dejan como un soldado raso en esa entidad que, visto lo visto, se parece mucho al corral de Monipodio, han de seguir abonándole más de cuatro mil euros mensuales. No puedo, ni quiero pensar lo que estaba cobrando, o lo que cobran aquellos concejales que acumulan cargos, con pocas cargas, como si se tratara de la esposa del honorable Montilla. Multiplica por 25 y verás. Como para que Abel Pardo despegue el culo del escaño tan bien ganado en buena lid, después de tantos años juveniles sacando brillo a la madera. Y no sólo brillo.

Digo yo, hermano, que ahora, una vez liberado de tantas responsabilidades, percibiendo unos ingresos como de cuatro mileuristas de su edad, bien podía dedicarse, como si de un deporte se tratara, al lanzamiento universal y reconocimiento general del filandón. El asunto entra de lleno en los postulados de su partido; si es que sigue en él . Verdad es que se le podría exigir algún compromiso, pero como se ve que en esa formación cada cual hace de su capa un sayo -”ve si no las acciones de nuestros conocidos Otero y Rubinat-” que lo haga como mejor convenga a sus intereses que por las trazas deben ser muchos y fructíferos. Pido, querido, que se dedique a predicar en diferentes foros y aún en esa página de internet tan suya, por lo visto y oído, que lo haga urbi et orbi abogando por la peculiaridad y el ensalmo de esta tierra leonesa y su filandón. Que vaya por esas trochas y sendas explicando cómo se hacía y qué era; por qué y dónde se celebraba ese encuentro que tantos nombres tiene -”como pueblos-” fíjate que en el nuestro, hermano, se le decía velada . Que explique por qué se ha inventado esa vaina de resucitarlo, de manera que ni en la forma ni el fondo eso es un filandón; no deja de ser un invento que nada tiene que ver con lo que hacían nuestros abuelos. Porque ellos celebraban los filandones obligados por las circunstancias, mientras estos de ahora están incentivados por las, a veces, excesivas dietas monetarias. Pues el filandón actual, por aquel prurito de resucitar muertos y remover cenizas frías, se ha convertido en una pura carnavalada, bien productiva para algunos. Y lo que más me encorajina, hermano, es que una ciudad, donde el filandón ni por asomo existió, que era cosa, sentimiento y acto rural por excelencia, se haya levantado con el santo, la limosna ya veremos si llega, con esa inútil declaración de patrimonio intangible. Tan intangible como puede ser que en esa misma ciudad se defenestre a un concejal y que siga percibiendo más de cuatro mil euros mensuales. Ahora lo entiendo, pero sigo sin comprenderlo. ¿Cuándo se secará, absolutamente, la ubre?

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