Diario de León

| Jorge Revenga

Jueves Santo, un arco iris fugaz

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Jorge Revenga
León

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¡León: hoy es Jueves Santo!

Para quienes aún no se hayan enterado, la Semana Santa ya es dueña y señora de las calles. De la mañana a la noche y aún más tarde porque hoy, la ciudad no se va a acostar. De madrugada, las sombras de las túnicas se empeñarán en alargar los momentos mágicos.

Muy de mañana, los hermanos del Santo Cristo de la Bienaventuranza, se acercarán a la Catedral y allí, frente al templo más emblemático de la ciudad, escenificarán el Sermón de la Montaña , y elevarán al cielo sus pasos. Sólo los más madrugadores serán testigos. Pero merece la pena. Este año la Virgen de la Pasión estrena trono plateado.

A las doce y media de la mañana, los cascos de los caballos de las Siete Palabras nos llevarán a otros tiempos. Desde el balcón consistorial de San Marcelo, un nuevo Pregón a caballo anunciará el día grande y, a buen seguro, nos recordará que el Cristo de los Balderas va a morir, un año más, abrazado por las calles de León y por sus fieles. Por segundo año consecutivo, el texto de Carlos García Rioja nos volverá a emocionar y nos convocará a la procesión de las Siete Palabras. A mi juicio, es imprescindible seguir -“siquiera sea por instantes-” a los caballeros que van a llevar a la ciudad el anuncio. Los sonidos que producen los equinos al trote, nos harán soñar con otros tiempos. Se lo aseguro. Aunque haya que acelerar un poco el paso, vayan tras ellos; no se queden estáticos esperándolos en los lugares donde se pronuncia el pregón. Será una buena forma de despertar los músculos y nos hará vivir una ciudad sonoramente desconocida, distinta, casi cinematográfica.

A las doce en punto de la mañana, las puertas de Santa Nonia se abren de par en par e invitarán al paseante, a los amigos de las buenas costumbres, de las tradiciones centenarias, a asomarse a ver los pasos. Nadie estará obligado, no. Pero por mucho que intentemos evitarlo, serán nuestros pies quienes nos lleven a echar una perra «pa» Jesús (este año también -“como par-” para Angustias). Al fin y al cabo, la ciudad debe mucho a esta agrupación que, cada año, a punto de cumplir cuatrocientos desde su refundación, aroma de emociones la ciudad. Por la tarde, esta misma Saca y otras (Patio de los Capuchinos-”María del Dulce Nombre, Trinitarias-”Gran Poder, Colegio Leonés-”Desenclavo, San Marcelo-”Siete Palabras y Angustias) seguirán ofreciéndonos, de cerca, los pasos que, muy pronto, saldrán a hacer su recorrido anual. No se olviden que las cofradías no reciben ayudas oficiales. Sean generosos.

A las siete y media de la tarde, la ciudad se vestirá de verde y negro. Y se convertirá en mujer. Las hermanas de la cofradía femenina más numerosa nos volverán a emocionar con su forma de hacer semana santa. Estarán ansiosas -“acaso más que otros años-” pues el pasado, la lluvia les impidió hacerlo como mandan los cánones. Volverán a pujar sus pasos dulce y acompasadamente con la música. Nos mostrarán a la Patrona y a una María del Dulce Nombre con San Juan Evangelita que cierra, bajo palio -”con un manto precioso realizado por las manos de las mujeres que la llevan-” el cortejo. Voy a contarles un secreto: la Madre tiene los ojos verdes, como el capillo de las hermanas que la abrazan. Nadie debe obviar a las Marías . No se arrepentirán.

A las ocho, en la plaza de Regla, estará todo preparado. La Cofradía que nació en el seno de la hostelería, se encontrará en el atrio de la catedral bendiciendo el pan que irá dispuesto en el cenáculo. Santa Marta volverá a asombrar con su espectacular cortejo vespertino en el que las escenas anteriores a la pasión de Cristo ( El Lavatorio, La Casa de Betania, Unción en Betania) serán el pórtico de una Sagrada Cena que Víctor de los Ríos talló -“seguro-” consciente que pasaría a la historia. Trece son las figuras. Trece las obras maestras, sin duda (catorce sin contamos el trono). Las samaritanas que discurrirán frente a nuestros ojos nos darán un contrapunto al cortejo de tanto papón con el capillo rojo. Esta tarde nuevamente podemos disfrutar con la agrupación Musical de La Cena que, aunque independiente, está vinculada a esta hermandad hasta en el nombre. Sus desfiles se escriben en León con pentagrama de oro. Disfruten de la buena música. Al finalizar la procesión, ese pan que ha paseado por la ciudad, se raparte entre los asistentes. Acérquense y lleven un trocito, aunque sea en su corazón. Santa Marta, a buen seguro, habrá mostrado a León lo mucho que tiene que decir.

Un poco más tarde, sobre las ocho y media, la cofradía del Cristo del Gran Poder, escenificará la Despedida entre Cristo y los suyos. Necesariamente habrá que esperar a que la procesión de la Sagrada Cena se haya ido: el acto también se celebra en la plaza de Regla. Allí el Cristo del Gran Poder y su Madre (bellas obras de Melchor Gutiérrez) se dirán adiós en presencia de los Apóstoles y las «Marías». Unos se irán hacia la cena; las otras, a meditar. Eso querrán representar los hermanos y hermanas de la túnica negra con ribete de plata que antes de decirnos adiós entonarán una salve.

A las ocho menos cuarto de la tarde, en el corazón del barrio de las Altas Torres, en la Iglesia de Santa Marina, los hermanos del Desenclavo se empeñarán en llevarnos al pasado más remoto. Allí, se celebrará el Oficio de Tinieblas antes de que la procesión del Santo Cristo de las Injurias se asome por la ciudad. Se apagarán, una a una, las velas del tenebrario -”hasta trece-” y con un canto del Miserere que nos encogerá el alma, el velo del templo se rasgará , las matracas y carracas nos ensordecerán para después, muy despacio, poder seguir una procesión en completo silencio por las callejas del casco viejo. Frente a las Clarisas, estos hermanos devolverán a esas madres, las treinta monedas de la traición.

Lo sé. Me dirán que es imposible saborearlo todo. Quizás, con suerte y atajando sin pausa, podrán conseguirlo. Al menos, unos momentos de cada cortejo. ¡No se desfonden aún!

Tras picar un tentempié -”que no solo de pan vive el hombre-”, es necesario permanecer despierto al menos, hasta media noche. Frente al balcón consistorial de la plaza de San Marcelo, cuando el reloj de la Catedral marque las cero horas del Viernes Santo, cuando la luna de Nisán esté rabiosamente encendida -“este año más que nunca-”, la Cofradía de Jesús Nazareno da comienzo a su Ronda centenaria para despertar a todos los hermanos, para anunciar a León el paso inminente de su procesión, para cumplir -”estén seguros-” un compromiso con la historia de la ciudad.

Unos minutos antes, un orador explicará -”en breves palabras-” el sentido de este caminar. Muy pronto, esquila, clarín, tambor destemplado y voz nos llevarán por el camino de los sueños porque para quien no se haya dado cuenta todavía, León lleva soñando desde el Viernes de Dolores y lo seguirá haciendo hasta que el próximo domingo a las tres de la tarde en el Ejido comience, para muchos, otra nueva Semana Santa-¦

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