Diario de León

La voz que habla callando desde dentro

Publicado por
JOSÉ ENRIQUE MARTÍNEZ
León

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El corazón de Dios

Carlos Pujol. Ed. Cálamo, Palencia, 2011. 60 pp.

Crítico literario, novelista, ensayista y traductor, Carlos Pujol es también poeta. El conjunto de su obra lírica puede leerse en el volumen Poemas (2007). El título del nuevo libro, El corazón de Dios , encamina al lector hacia un sentido religioso que ha inspirado la escritura de este autor barcelonés.

El poemario se plantea como un diálogo aparente («metafóricamente dialogamos») con Dios. En realidad es uno el que habla, el poeta, y otro el que calla, Dios. Al silencio de Dios, o al diálogo metafórico, tan presente en la literatura religiosa del XX, hace alusión el poeta en numerosas ocasiones: «Si no es mucho pedir, / mientras el tiempo tenga cuerda, escucha»; «Cambiemos impresiones, / ¿qué mal hay en que escuches? / Dialoguemos con calma. / Tú no respondes». Pero algo entrañable respiran estos poemas breves, medidos y sencillos: las palabras van dirigidas a un amigo con el que se tiene confianza plena para contarle todo lo que a uno le ocurre, lo que piensa y lo que sueña. El poeta se guía por una fe que no parece tener titubeos, aunque «De la fe no sabemos más que existe / como una oscuridad / misteriosa que anuncia / las inimaginables primaveras». Con la confianza que da la fe, del amigo se espera calor ante el frío invernal, confortación ante la tiniebla; al amigo se le dicen las verdades menos alentadoras, o se le interroga por la vida o por el más allá de la muerte; es un amigo al que se inquiere por su opinión sobre las apariencias o por los engaños de la sociedad, un amigo al que se le cuentan las verdades más hondas del alma o las banalidades de la vida; porque a ellas se hace referencia desde el primer poema en el que se delata que el hombre, el yo, vive atado a las cosas ordinarias, a la casa, los muebles, los libros o el cine de los sábados. Y entre esas cosas cotidianas, el hombre se halla tan satisfecho que tal vez en la luz de la otra vida eche en falta «el engaño a los ojos de las cosas», como tantas veces acusaron nuestros barrocos. Pero esas cosas certifican también que hay vida, que no todo está muerto como en un museo, que hay «memorias, ficciones y aspavientos» que hacen de la vida algo llevadero. «Me gustaría / no renunciar ni a un átomo de mundo», afirma el poeta; pero también: «¡Si pudiéramos ser como soñamos!». Del conjunto del poemario puede extraerse la conclusión, sin embargo, de que damos importancia a lo vulgar y diario, al «humo del tiempo», de que aprendemos lo fugaz y no lo que sustenta la eternidad, de que la sabiduría de lo fundamental llega casi siempre tarde; se acaba perdiendo así el verdadero valor, que no reside más allá de uno mismo, donde podemos escuchar «la voz que habla callada desde dentro».

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