Diario de León

alberto romero ferrer profesor e investigador

«Cádiz no fue una historia festiva»

Filandón

Alberto Romero Ferrer añade a su abundante bibliografía un trabajo más sobre las Cortes de Cádiz

Alberto Romero Ferrer añade a su abundante bibliografía un trabajo más sobre las Cortes de Cádiz

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POR alfonso garcía
León

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Profesor Titular del Departamento de Filología de la Universidad de Cádiz, Alberto Romero Soler acaba de publicar Escribir 1812. Memoria histórica y literatura. De Jovellanos a Pérez Reverte , una reflexión sobre la literatura generada en torno a las Cortes de Cádiz, ahora que celebramos el bicentenario de aquel hecho de tan notable alcance histórico.

¿Es oportunismo o una oportunidad poder recuperar un tema como este?

—Doscientos años después de 1812 constituyen toda una perspectiva de trabajo sobre cómo se ha construido el imaginario colectivo que tiene la sociedad española actual sobre su primera Constitución. Por tanto, hablamos de «oportunidad», además por el carácter que la conmemoración del Bicentenario Constitucional tiene respecto a la celebración. La literatura, en este sentido, arroja mucha luz sobre ¿qué conmemoramos? y ¿por qué conmemoramos?

—¿Cuál es el origen de la investigación que recoge Escribir 1812?

—El origen de esta investigación hay que buscarlo en una reflexión académica sobre la construcción galdosiana de los orígenes de la España contemporánea. Se vio que Galdós no partía de cero, y es ahí donde empezamos a encontrar una gran cantidad de textos de diversa procedencia que, con mayor o menor acierto, nos hablaban sobre las Cortes de Cádiz y su Constitución. A partir de ahí, sólo había que seguir el rastro. Y la sorpresa fue considerable, pues ese itinerario nos llevó incluso hasta Lorca, por ejemplo.

—¿Qué textos destacaría en esta labor de recuperación que ha realizado?

—Desde un punto de vista de arqueología literaria, los textos contemporáneos a 1812: las primeras novelas y las primeras piezas de teatro sobre el proceso constitucional gaditano. Por su calidad, el magnífico Diccionario crítico-burlesco de Bartolomé José Gallardo de 1811 o los textos de José Marchena, Al gobierno de Cádiz. También otras obras deslumbrantes son la Historia de la Revolución Española (1893) de Blasco Ibáñez, el ensayo de Salillas titulado En las Cortes de Cádiz (1910), o Las arrecogías del Beaterio de Santa María Egipciaca (1970) de Martín Recuerda. De todas maneras nos enfrentamos a un corpus de más de doscientas obras.

—¿Y los autores más sorprendentes?

—Gallardo, Marchena, Salillas y Martín Recuerda. La interpretación de Rafael Salillas es excepcional, por su agudeza y, sobre todo, por su originalidad, al emparentar la historia cultural de España con la degeneración endémica de los españoles, especialmente de los sectores dominantes. Algo muy actual, por cierto. Bueno, también resulta brillante don Marcelino Menéndez Pelayo, por su disparatada, aunque espléndida Historia de los heterodoxos españoles, donde define a las Cortes de Cádiz como la «anti-España». Un concepto clave para entender el problema.

—De Jovellanos a Pérez Reverte… ¿hemos perdido calidad o profundidad literaria y hemos ganado en frescura y modernidad, o no?

—Es un pregunta arriesgada. Ahora hay buenas novelas pero la profundidad ideológica de un Galdós o el compromiso de un Bueno Vallejo es difícil verlo. No obstante, también es cierto que los tiempos, afortunadamente, son muy otros, que es la tesis con la que se cierra el libro y que pretende explicar el auge del boom narrativo en torno a las Cortes de Cádiz y sus diferentes contextos en la última novela histórica, donde hay que destacar, por su calidad, a Pérez Reverte o Jesús Maeso, a partir del testigo narrativo de Ramón Solís.

—¿Qué autor cree que ha estado de verdad más cerca de la realidad histórica de aquellos años?

—Los autores que han sido más críticos: Gallardo, Blanco-White, Espronceda, la Pardo Bazán, Salillas, Martín Recuerda, Buero, Pérez Casaux.

—¿Y quién ha creado una imagen, una fotografía, más conocida o tópica, aunque pueda estar alejada de la realidad?

—Sin duda, Galdós y Pemán.

—¿Son desconocidos para el público en general aquellos años a pesar de la literatura que generaron?

—Sí, son bastante desconocidos. Porque se piensa que el camino constitucional ha sido una historia poco menos que festiva, y eso es un error que doscientos años después no se ha corregido. Se ha hecho todo lo contrario. Seguimos viendo 1812 entre Galdós y Pemán, y poco más. Cuando muchos de los problemas políticos actuales tienen que ver, precisamente, con las fracturas que se produjeron en la sociedad española a partir de 1812. Algo que se retrata con bastante precisión en este imaginario literario sobre las Cortes de Cádiz que se ha ido construyendo a lo largo de los dos últimos siglos.

—¿Viven Cádiz y La Pepa de la fama que le dieron los intelectuales e historiadores que han estudiado aquellos acontecimientos, que se convirtieron casi en leyenda?

—Sí y no. Ciudades con menos hubieran hecho más, pero 1812 ha sido tal vez más un problema que una ventaja, porque Cádiz se convierte en el símbolo del Olimpo constitucional y de la libertad, y durante mucho tiempo la historia de España no ha destacado precisamente mucho por defender dichos conceptos. El siglo XIX está lleno de regresiones absolutistas y en el XX tenemos los famosos años del franquismo, donde incluso se llegó a proponer derribar el Monumento a la Constitución que hay en la Plaza de España. Parece que la cosa ha cambiado, pero conviene no confiarse demasiado.

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