Camino de ida, camino de vuelta

Pocas novelas admiten una síntesis argumental como la que se ofrece en la contraportada de esta obra Ricardo Piglia. Pero en El camino de Ida , (título de notable polisemia de esta suerte de diario) no decae el interés. Desde la extraña llamada que Emilio Renzi recibe en su primera noche en Estados Unidos hasta la despedida de las últimas líneas, lo esencial es conocido por el lector, pero no es obstáculo alguno. Emilio Renzi, un profesor argentino separado de su mujer y sin objetivos profesionales, recibe la invitación de la profesora Ida Brown para impartir un curso en torno al escritor W. H. Hudson en la universidad de New Jersey. La enriquecedora tarea académica contrasta con su soledad en el campus universitario, aliviada por la relación de dos seres peculiares, símbolo de la independencia personal: el vagabundo Orión y la rusa Nina Andropova, experta y admiradora de Toltói. Incluso el gato al que Renzi salva de su soledad exhibe una condición semejante. En el mismo ámbito de independencia se sitúa Ida, libre de ataduras a pesar de su relaciones íntimas con Renzi.

La extraña muerte de Ida es el motivo de los capítulos más interesantes. Aun conociendo pronto al autor, el matemático de origen polaco Thomas Munk, la narración de su vida (símbolo también de la independencia más absoluta) resulta apasionante. Renzi rescata su vida y recrea sus aspiraciones filosóficas y sociales, presentes en su conflictivo Manifiesto sobre el capitalismo. Terminado el curso, decide ir a California para visitarlo en la cárcel. El conocimiento de la vida de Munk desvela una serie de claves inesperadas. Están relacionadas con su condición de líder de la juventud americana de los sesenta, con su forma de vivir y con su extraña relación con Ida. Sin olvidar la importancia del trasfondo bibliográfico, decisivo en esas relaciones personales descritas con gran amenidad.