El universo de Tomeo en 150 microrrelatos

El libro El fin de los dinosaurios, una obra póstuma e inédita de Javier Tomeo, recoge en unos 150 microrrelatos el universo del escritor aragonés, sus obsesiones con los monstruos, la soledad, la incomunicación o la falta de amor, en un tono de humor y con grandes dosis de absurdo.

El fin de los dinosaurios, editado por Páginas de Espuma, ocupó parte de los últimos meses de vida de Tomeo (Quicena, Huesca, 1932- Barcelona, 2013), quien estuvo escribiendo hasta el final de sus días, según señaló el escritor Daniel Gascón, uno de los mayores conocedores de su obra y autor del prólogo. Un libro que reúne alrededor de 150 microrrelatos y textos breves, en 170 páginas, además del ‘Diccionario Tomeo’, a cargo del escritor y periodista Antón Castro, quien ha recogido 28 conceptos que se repiten en sus obras.

Su editor, Juan Casamayor, explicó que han respetado el texto de la segunda versión de El fin de los dinosaurios, cuyo título era inicialmente Literatura de precisión, que les envió el agente de Tomeo cuatro días después de su muerte, en junio de 2013, ya que la primera se la entregó el propio autor a finales de 2012.

Este libro es, posiblemente, según Casamayor, el «más Buñuel» del escritor y altamente «autobiográfico», ya que, aunque no habla de si mismo, se ponen de manifiesto sus obsesiones, su gran humor y sus grandes dosis de absurdo.

El microrrelato es un género que practicó a lo largo de su vida, como los recogidos en Bestiario, de 1988, o en Historias mínimas, de 1989, aunque entonces no estaba de moda llamarlos así, ha señalado Gascón, responsable de la edición de Cuentos completos, de Tomeo, publicados hace dos años.

Ahora, en El fin de los dinosaurios, que acaba de salir a la venta, el autor «encierra» su universo, es decir, su lado profético, existencialista, visionario, y su parte de humor, de ironía, de hombre que encuentra el absurdo de la vida, ha agregado.

También se pone de manifiesto su gran componente rural, a modo de nostalgia del pueblo y de la naturaleza. Tomeo utiliza un tono «más crepuscular» que en otros libros, ya que, según Gascón, transmite la sensación de que muchas veces sus personajes están acabando, como ocurre en el microrrelato que da título al libro. El televisor asesino, La isla soñada, Misterio dos o El poeta volador son otros relatos del libro, uno de los últimos escritos por el autor de El Unicornio (1971), Amado monstruo (1985) o La noche del lobo (2006).

La extensión de los relatos varía entre las tres líneas, que son casi como «viñetas» gráficas, y la página y media. Uno de los más cortos, bonitos y perturbadores es para Castro el titulado Patíbulo: « Los jueces me declaran culpable y me conducen al patíbulo. Cae la cuchilla de la guillotina y pierdo la cabeza. Una vez cumplido este tramite le doy las gracias al verdugo y regreso a casa».

Y es que, según indicó Castro, amigo de Tomeo, el libro recoge su mundo, el de las anomalías, que denominaba «psicopatías», con las duplicidades, los monstruos, las bestias, la cojera o la ceguera, y sus temas de siembre, como la soledad, la incomunicación, el absurdo, el humor negro o el horror.

Para entender su obra, el propio Castro ha escrito una especie de diccionario, de conceptos muy utilizados por el autor, como monstruos, animales, Aragón, cine, escritura, ‘gallitigre’ o Goya, que relata con las propias frases de Tomeo.

El fin de los dinosaurios cuenta, además, con un epílogo del también escritor Ismael Grasa, profesor de Filosofía y también amigo del autor, para el que, según aseguró, es uno de sus libros más melancólicos y presenta además unos personajes muy acabados.

Otros textos póstumos de Tomeo son El hombre bicolor, una novela corta que salió a la venta esta semana editada por Anagrama, y la colección de cuentos Vampiros y alienígenas, que editará Alpha Deccay en el año 2015.