Diario de León

Las cartas entre Picasso y Dalí

l Un libro editado por Víctor Fernández recoge por primera vez el espistolario entre ambos genios.

efe

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josé oliva
León

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E l libro Picasso y yo recoge por primera vez el epistolario entre Dalí y Picasso, editado por Víctor Fernández, que reconstruye los encuentros y desencuentros entre ambos artistas y la fascinación que el ampurdanés sintió siempre por la obra del malagueño.

Fernández, que ha trabajado en este proyecto durante un año, ha ampliado el contenido de un libro similar publicado en Francia: «He incorporado una carta inédita de Dalí a Picasso (un borrador de telegrama), o el único documento de Picasso dirigido a Dalí», ha explicado. El editor considera su trabajo meramente «periodístico», pues ha ido a las fuentes y recopilado lo que hay de documentación en archivos como el de la Fundación Dalí, el de los herederos de Miró o el del Moma, que le ha proporcionado una carta de Dalí al marchante de Picasso.

Las cartas, señala, están en los archivos Picasso de París, salvo una inédita que Descharnes publicó en Vogue en 1979, pero que está desaparecida. Picasso y yo (Elba Editorial) reúne una postal firmada por Picasso y 70 cartas por Dalí, una documentación que pretende complementar la exposición que a presenta el Museo Picasso sobre las afinidades artísticas entre ambos pintores.

Víctor Fernández ha dicho que con el libro pretendía «acabar con el tópico de que las diferencias entre ambos artistas se explican sólo por motivos políticos e ideológicos, a partir de la Guerra Civil española».

«Creo que hubo más relación de la que se piensa entre Picasso y Dalí y, de hecho, entre 1926 y 1938, Picasso lo protege, le da dinero, financia el primer viaje de Dalí y Gala a Nueva York, le presenta a Paul Rosenberg, a Gertrude Stein, asiste al estreno de las dos películas que firman Buñuel y Dalí («El perro andaluz» y «La edad de oro»), y está al tanto de sus exposiciones», apunta. Al hilo de las cartas, Fernández rastrea al menos tres intentos de reconciliación.

«Uno con la mediación de Dora Maar, un segundo con John Peter Moore a finales de los sesenta, que aseguraba que los había reunido en el sur de Francia con quince personas, pero del que no hay constancia, y un tercero difundido por el periodista Antonio D. Olano, amigo de ambos, según el cual Dalí propuso encontrarse con Picasso en un pueblo de Asturias, lo que el malagueño rechazó, pero dejando abiertas las puertas de su taller en La Californie».

En la introducción, Fernández comienza con la imagen de Jacqueline Picasso lanzando por la ventana la corona de flores que le ha enviado Dalí.

«Por una vez, ese 8 de abril de 1973, Salvador Dalí quiso que su saludo final fuera en privado, lejos de los escenarios que tan afines eran a su causa publicitaria. Acababa de conocer la noticia del fallecimiento de Pablo Picasso, su padre artístico, el hombre al que quiso imitar y superar, el maestro con el que se había enfrentado en el ruedo de la pintura, aunque el malagueño no había aceptado el acercarse al capote daliniano».

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