Un buen trabajo de recuperación

E stos cánticos tradicionales reflejan la vida, los sentimientos, los anhelos y esperanzas de toda una sociedad, porque eran del pueblo y los cantaba el pueblo. Eran cánticos de iglesia, cada uno tenía su marco, su tiempo y su vivencia. Hoy no podemos decir lo mismo; casi nadie canta en la iglesia, y el influjo de los cantos religiosos en la vida de los pueblos es mínimo o nulo». Lo afirma, como inicio de la Conclusión, el autor, Marcelino Díez Martínez, que nos había regalado otros dos libros en parecida dirección: Cancionero popular de Prioro. Canciones, danzas y romances del Alto Cea y La pastorada de Acebedo. Un auto tradicional de Navidad .

Parte ahora el autor en la Introducción. Religiosidad y música del hecho de que «la religiosidad era uno de los pilares más firmes en la sociedad de nuestros mayores, una religiosidad de raíces profundas en la conciencia individual y colectiva. (…). No es posible entender aquella sociedad sin su religiosidad, y tampoco comprenderíamos esa religiosidad si prescindiéramos de la música».

Queda más que justificado así el valor de este libro en que se nos ofrece un verdadero corpus, sistematizado y con un esmerado orden didáctico, de canciones religiosas que se cantaban en distintas ceremonias, tanto en Prioro como en Tejerina (dos pueblos que han mantenido con vigor la tradición en diversos ámbitos) hasta bien entrada la segunda mitad del pasado siglo, y, por su carácter uniforme, en muchas otras parroquias de esta y otras diócesis. Muchas de las personas que han superado la cincuentena lo pueden confirmar. Con explicaciones y notas imprescindibles para el contexto y el entendimiento, este libro tiene el valor, sobre todo, de preservar la memoria de la religiosidad colectiva, expresada en este caso a través de la música, y, por tanto, ofrece la posibilidad de conocer mejor las formas de vida de nuestros antepasados. Un excelente acierto.