Diario de León

poesía

Huellas de arena

en caso de duda y otros poemas casi de amor Antonio Manilla Sloper, Palma de Mallorca, 2016. 68 pp.

Publicado por
josé enrique martínez
León

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D e Antonio Manilla reseñábamos hace pocas fechas el poemario Sin tiempo ni esperanza, evocación serena de un pasado, entre otras cosas; ahora torna a la poesía con el título En caso de duda y otros poemas de casi amor; advierto en el nuevo libro un tono acaso menos melancólico y más desenfadado, dando pábulo al sesgo inesperado e incluso a la ironía, algo que puede intuirse en el propio título con el juego «caso-casi» y con la expresión «casi amor», que mengua la entrega al arrebato sentimental. Si la tonalidad varía en parte con respecto a libros anteriores de Manilla, no cambia el manejo melodioso del verso ni la pericia a la hora de dar forma al poema.

Destaquemos dos motivos primordiales: el primero, la fugacidad de todo y, puesto que todo pasa, la admonición de aprovechar el presente; el segundo, el «casi amor». El tópico del «tempus fugit» que plasmó Quevedo en versos memorables rebrota en Manilla: «Solo lo fugitivo permanece». Acaso solo el arte pueda vencer la acción del tiempo: así, en un poema del asturiano Víctor Botas la muchacha que ahora será vieja permanecerá siempre joven, «eterna en un poema». A Manilla, como advertimos en su poemario Broza (2013), le gusta reelaborar los tópicos literarios, darles vida nueva, lo cual es siempre un reto; pero como decía Ortega, la poesía es «hacer de nuevo las cosas», entregarlas como si nos fueran desconocidas. Ningún tópico ha tenido tanta vitalidad en la poesía actual como el «carpe diem», que nace directamente del ya mentado, y Carpe diem se titula un poema de Manilla. En nada se asemeja al tópico tradicional, pero los dos versos finales evocan la famosa acuñación de Ronsard: llega «el tenebroso enero» y el poeta se dirige a la joven, para advertirle: «habrá también un día / en que lo eches de menos». De modo más acuciante renueva el aserto en el poema Marea baja : «Solo el presente es nuestro. Y nada dura.../ Somos huellas de arena»; por ello el poeta insta a poner en danza lo mejor que uno tenga: «ardor, bondad, belleza». Tradición y renovación: tal es el eje sobre el que giran estos poemas. Los del «casi amor» muestran esa faz desenvuelta ante la vida, que entrega a cada paso bellezas para los ojos y casi el corazón, momentos en que el deseo no se acompasa con la realidad, con sutilezas como estas: «sus pasos que lentos me alejaban», «nadie llama a la puerta: seguro que eres tú»: anónimas desconocidas que despiertan sueños, ilusiones transitorias...

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