Diario de León

poesía

La misma agua antigua

MARIPOSAS ERRANTES, LUCIÉRNAGAS LATIENTES Manuel Garrido La vieja posada. 88 páginas.

Publicado por
josé enrique martínez
León

Creado:

Actualizado:

M anuel Garrido, nacido en Santa Marina de la Torre en 1947, ha sido cura en la Cabrera y lo es actualmente en Ponferrada. Ha publicado algunos libros y firmado en el Diario de León artículos sobre la Cabrera y otros asuntos. Un amigo común me hizo llegar estas Mariposas errantes, luciérnagas latientes, título alusivo a las momentáneas y fugaces palpitaciones de luz y de vuelo que reflejan lo que Garrido quiere que sean sus poemas, pero enriquecidos en hondura, intensidad y emoción. Por tales cualidades me sentí ganado apenas hojeé las páginas de este libro tan humilde que ni siquiera lleva el nombre del autor en portada, sí en la portadilla. A tales cualidades hay que unir otras como sensibilidad y deriva reflexiva hacia el significado del vivir.

A mi modo de ver son dos los puntos de partida de los poemas de Manuel Garrido: la lectura y la naturaleza. Los libros, en efecto, abren muchos poemas. Ya en el primero imagina que «cada hombre es Eneas en busca de la rama dorada» que le franquee las puertas de ultratumba donde reside su padre, evocando con ello la rama de saúco que, en las puertas de las cuadras, «cortaba el paso a las enfermedades del ganado». Más adelante son Ernesto Cardenal y Azorín los que dan cuenta de la melancolía que promueve el paso del tiempo. De este modo se van sucediendo citas inspiradoras, alusiones y fervores de un lector apasionado al que unas lecturas llevan a otras en una fértil errancia por obras de muy diferentes épocas, con algunas estaciones de mayor parada, como Ortega, Cardenal y los clásicos de la antigüedad. Garrido aloja incluso entre sus poemas la traducción de textos de Eurípides, Aristóteles, San Agustín, Rilke..., y lo que llama «versos introvertidos», fragmentos de otros que el cazador furtivo cuelga de su canana, sobre todo de Ortega, del que rescata «fragmentos deslumbrantes de una implosión lírica», al igual que hace suyos algunos chispazos de la prosa de Martínez Oria: «¿No quedan titilando los recuerdos? / Es tan bello el azar, tiene tanto misterio». Son «diversiones» de un buen lector, sensible a la belleza, que la capta también en la naturaleza, en una serie de poemas que huyen de la referencia libresca en favor de un lirismo más acendrado.

En todo caso, un mismo tono poético presta unidad a la variedad de un libro cuya virtud última puede ser la gozosa sorpresa de encontrarse con un libro diferente, ajeno a los patrones líricos de la mayoría de los poetas.

tracking