Diario de León
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nacho abad
León

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Parece una exploradora del siglo XIX. O un ave rara del siglo XXI». Leo esta frase, que refiere a la cineasta Lucrecia Martel, en El mono en el remolino (Random House, 2018), un breve y preciso libro firmado por la escritora argentina Selva Almada, de tono más evocador y poético que narrativo, sobre el rodaje de Zama, la última película de Martel. El título del libro hace referencia al momento inicial, cuando Diego de Zama encuentra un mono muerto y flotando en un remolino junto al muelle donde espera un barco del que no sabe cuándo llegará. En la magnífica novela (de la que me gustaría hablar en otra ocasión) de Antonio Di Benedetto en la que se basa la película se cuenta que el animal estaba «todavía completo y no descompuesto. El agua, ante el bosque, fue siempre una invitación al viaje, que él no hizo hasta no ser mono, sino cadáver de mono. El agua quería llevárselo y lo llevaba. Pero se le enredó entre los palos del muelle decrépito y ahí estaba él, por irse y no, y ahí estábamos. Ahí estábamos, por irnos y no». En otra escena, Lucía Piñares de Luenga cuenta a don Diego que la fina cristalería de la que beben licor llegó en un barco, como del que él espera que lleguen noticias, envuelta en periódicos más recientes que la correspondencia que transportaba. Ahí, en ese breve diálogo, se revela el conflicto entre espera y esperanza.

Lucrecia Martel es una directora excepcional. Hace una adaptación de la novela de Di Benedetto brillante, que traiciona y preserva a partes iguales. La espera es el núcleo. Ya no de la acción o del argumento: del propio espacio físico donde se mueven los personajes. Donde se mueve, en esencia, Diego de Zama, un protagonista que ha declinado, y que poco a poco descubre que el hilo inaudible con el que la espera nos une a la esperanza es pernicioso y está untado de un veneno que nos mata a la vez que nos mantiene con vida. La esperanza es una claudicación. Martel cuenta en una entrevista que decidió rodar Zama cuando al leer la novela comprendió algo que no sabe explicar. Tras la lectura, yo comparto esa idea que trasciende a las palabras. En su película también logra rodar algo que no capta la cámara. No porque quede fuera de campo, que también. Sino porque es invisible.

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