Diario de León

Escritores músicos y viceversa

l Los nuevos juglares: autores que componen con música y verso.

fernando otero perandones

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León

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Si el ‘Boss’ escribió un libro sobre un bebé ladrón de bancos, parece lógico pensar que la frontera entre la música y la literatura sea fácil de burlar. Y quizá sea más comprensible desde que Bob Dylan recibió el Nobel de Literatura. La circunstancia de que el genio de Minnesota cante sus textos no pareció desmerecer ante la Academia Sueca, azotada en los últimos meses por un escándalo de acoso sexual. Ya lo dijo Octavio Paz: que la primera literatura fue poética y fue oral, y que se difundía acompañada de instrumentos por lo general de cuerda. No en vano la palabra lírica es un derivado de lira.

Y esa larga tradición parece vivir un momento dorado. En León, tierra fértil de escritores, abundan también los nuevos juglares; esto es, escritores que son músicos y viceversa. La propia obra de Antonio Gamoneda está plagada de metáforas musicales, desde el poema Música de cámara a su libro Blues castellano.

La poesía del berciano Juan Carlos Mestre tiene más ritmo que adjetivos. A él, que en ocasiones acompaña en sus recitales a su amigo Amancio Prada, no puede hacérsele la pregunta de si fue primero la música o la palabra.

En el caso de Álex Cooper está claro el orden de factores. El ex Flechazo fundó hace ocho años Ediciones Chelsea porque sentía la necesidad de hablar de su música favorita a través de otro canal de expresión. La suya no es una editorial a cuya puerta se llama con un libro ya hecho. Su colección arrancaba con Club 45: 90 Canciones de la Era Pop para mods y jetsetters, un libro autoeditado en el que Cooper daba rienda suelta a su pasión por una época en la que el pop explotaba. Luego ayudaría a lanzar material sobre Los Nikis, fotografías inéditas de Nacha Pop o dejar testimonio de la escena alternativa de los 90 en España. Otro Flechazo, ahora integrante del grupo Los Modernos, conjuga los conciertos con la publicación de libros de autores leoneses a través de su sello Eolas. Se trata de Héctor Escobar.

La historia de Felipe Zapico es parecida. El que fuera líder del grupo Deicidas cambió el micrófono por la poesía. Hace sólo unos días, este leonés con una larga trayectoria como poeta vanguardista sorprendía con un nueva obra, Antioología. Lo dicho y lo callado. Zapico nunca se ha querido encasillar en estilos, formas y sentires. Este «mamífero anartista» —como él mismo se define— defiende «toda forma de manifestación creativa, de la llamada poesía discursiva a la visual, la letrista o la objetual, pero no sólo en el ámbito literario, también en la fotografía o la música, por ejemplo».

Veteranos de la escena cultural leonesa como Miguel Escanciano e Ildefonso Rodríguez llevan años poblando sus jardines metafóricos de notas y palabras.

Muchos raperos se han autoproclamado como la nueva generación de poetas; y sus libros, frente a la secular poesía minoritaria, es un auténtico boom editorial. Es el caso de Rayden, el rapero que no hace rap y que llenó hace unos meses León en un recital de música y poesía. Rayden es un abanderado de la nueva poesía que se canta, que se espeta como una metralleta. Un fenómeno similar es el cantautor Marwan, que en marzo pasó por León y que ha convertido en superventas sus libros de poesía Apuntes sobre mi paso por el invierno, La triste historia de tu cuerpo sobre el mío y Todos mis futuros son contigo. Un hombre con muchas historias que contar y cantar.

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