Diario de León

DIVERGENTE

Dibujos desde el corredor de la muerte

Valentine Cuny-Le Callet tenía 19 años cuando inició una relación epistolar con Renaldo McGirth, un joven AFROAMERICANO en el corredor de la muerte en Florida, condenado por un asesinato que asegura no cometió, un vínculo que la dibujante parisina transforma en un alegato lírico en forma de novela gráfica contra la pena capital y el racismo.

La autora junto a Renaldo McGirth en la prisión de Florida en la que está preso

Publicado por
EFE
MADRID

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Filandón

P erpendicular al sol (Salamandra Graphics) no es un «libro pesquisa» sobre la inocencia o la culpabilidad de McGirth, procesado por el asesinato en primer grado en 2006 de la jubilada Diana Miller, cuando contaba con apenas 18 años, un crimen cometido junto a dos compinches más, en el que el marido de la víctima también resultó tiroteado en la cabeza, explica la autora en una entrevista telemática.

El cómic de Cuny-Le Callet, una especie de diario a cuatro manos, aunque sea la dibujante la que lleva la voz principal, narra en imágenes que combinan lo cotidiano con lo simbólico, cómo se sumó al programa para cartearse con reclusos impulsado por la Acción cristiana por la abolición de la tortura, y, sobre todo, del proceso de conocimiento mutuo entre ambos, con el paisaje de fondo del kafkiano sistema judicial y carcelario de EE.UU. «El libro tenía tres objetivos, el primero totalmente íntimo: me hacía falta digerir lo vivido. El segundo nació del deseo de Renaldo de contar nuestra historia, su historia, en texto e imágenes. Y el tercero era una voluntad de educación, un punto de partida para un diálogo. Soy abolicionista, pero creo que la mejor manera de convencer es contar las cosas tal como son, sin añadir nada», afirma.

Desde adolescente, Cuny es casi una activista en contra de la pena de muerte. Una creencia a la que llegó tras ver imágenes de ajusticiamientos «legales» o gracias a planteamientos más combativos procedentes del mundo de la cultura pero también como reacción personal a las voces partidarias de implantar de nuevo en Francia este pena tras el atentado de la revista Charlie Hebdó . Tras meses de cruzarse cartas y dibujos, muchas de ellas devueltas por la estricta (e irracional) política de contenidos —una censura que la autora atribuye a un racismo institucional que pretende evitar la construcción de una «conciencia negra» entre la sobrerrepresentada población reclusa de esa comunidad— Valentine aprovechó una beca artística en Chicago para viajar a Florida y conocer en persona a Renaldo. «Cuando me habla tiene la misma voz que cuando me escribe», recoge la autora del primer encuentro con el condenado, de quien había visto su rostro en las fotos del juicio, y que en esa década de reclusión, en una celda de cinco metros cuadrados de la que apenas sale dos o tres veces por semana, se había convertido en un hombre deseoso de conocer el mundo y las culturas, aunque fuera a través de las pocas cartas que recibe.

La idea del libro no estaba «para nada» en la cabeza de Cuny al comenzar: «El hecho de haber conseguido mantener esta correspondencia durante prácticamente ocho años ya era una victoria. El libro vino después, vino por una demanda de Renaldo y por el shock que sentí después de los tres días que tuve ocasión de visitarlo».

En sus más de cuatrocientas páginas, la historietista detalla de forma exhaustiva, con sus dibujos y con la veintena que son obra del propio McGirth, las dificultades administrativas con las que se topó esta atípica relación de amistad y la elaboración del libro, además de abordar de forma paralela el recurso que el condenado tiene en marcha para que la pena de muerte sea condonada por una perpetua, tras una sentencia que abría jurisprudencia para esa vía.

«El hecho de haber mantenido correspondencia con Renaldo durante ocho años ya era una victoria», dice la autora

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