Armand Puig. Nueva biografía del arquitecto Gaudí
Armand Puig combate en una biografía «la leyenda y falsas historias» que rodean a Gaudí, el constructor del edificio Botines en León y el Palacio Episcopal en Astorga». «En Gaudí todo es extraordinario», explica el escritor.
El teólogo y bibliólogo Armand Puig combate en la primera biografía de Gaudí escrita en el siglo XXI «la leyenda y falsas historias» que rodean al arquitecto de la Sagrada Familia. En una entrevista con Efe, Puig ha explicado que «Gaudí busca en su creación la arquitectura total, la que emerge de egipcios y griegos y desemboca en el gótico, el arte europeo por excelencia, que pretende mejorar, mucho más allá del neogótico que se estaba construyendo en Europa en esos años». Para el autor de Antoni Gaudí, vida y obra (editorial Arpa), Gaudí «no es solo un arquitecto sino un artista de la materia, en el que cada objeto o elemento adquiere un sentido propio y único».
«En Gaudí —añade— todo es extraordinario, superior, y no descansa hasta encontrar la mejor solución, aunque le cueste años» y asegura que «sus obras son fruto de la meditación, de la reflexión, no solo de la técnica. Para él, el símbolo es la guía, lo que da sentido a su obra».
La investigación de Armand Puig profundiza en aspectos poco conocidos de Gaudí, basándose en las fuentes históricas y las investigaciones más recientes sobre su obra.
Con esta intencionalidad rigurosa, Puig desmiente la posibilidad de que Gaudí fuera masón: «En los listados de masones de Barcelona, en concreto en la Biblioteca Arús, no aparece su nombre».
Recuerda el teólogo que «Gaudí no dejó prácticamente nada escrito y lo poco que había se destruyó en los ataques anarquistas a su obrador de la Sagrada Familia en 1936. Por eso, para comprender su itinerario vital hay que buscar en los testimonios escritos que dejaron sus coetáneos, especialmente Joan Bergós y Cèsar Martinell, que convivieron con él». En el archivo de otro de sus coetáneos, el escultor y arquitecto Josep Maria Jujol, estrecho colaborador de Gaudí, Puig no ha encontrado tampoco aspectos biográficos del autor de La Pedrera.
En su análisis simbolista, Puig se detiene en comparar la Casa Batlló y La Pedrera, ambas en el Paseo de Gràcia barcelonés, separadas por unos pocos metros, que «un observador exterior sin conocimiento previo atribuiría a dos arquitectos diferentes, lo que demuestra que hay muchos Gaudís pero a la vez es único, cosa que no pasaría con el estilo definido de otros grandes arquitectos como Le Corbusier, por ejemplo».
Un ‘Da Vinci’ catalán
Puig equipara el genio de Gaudí, un «artista total», al de Ramon Llull, en la Edad Media, o el de Leonardo da Vinci, en el Renacimiento. En su análisis simbólico, «la Casa Batlló simboliza el mar, Jesucristo, la cruz y el monstruo, el dragón, en la parte más alta; mientras que La Pedrera simboliza la tierra, la piedra y la virgen María, lo que hace que ambos edificios sean diferentes, pero complementarios».
Lo mismo sucede con otras dos obras coetáneas, la Colonia Güell —en Santa Coloma de Cervelló (Barcelona)— y la restauración que hace de la Seu (Catedral) de Mallorca, en la que «reformula el Gótico».
En la Sagrada Familia, obra a la que dedicó sus últimos años de vida, sitúa en la nave central un mar de columnas que remite a la antigüedad clásica y concretamente al Partenón de Atenas, señala Puig.
En la Sagrada Familia, continúa, «detrás de su belleza hay también una clave simbólica, enraizada en el mundo cristiano: el número 3, el 7,5, el 12.
El libro también desmiente el supuesto aislamiento social de Gaudí: «Compraba el periódico cada día y quedó muy afectado por el anarquismo violento que colocó una bomba en el Liceu y mató a una veintena de personas».