Diario de León

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Una mochila para el pequeño gran viajero

Un pequeño dispositivo permite desvelar la migración del alcaudón dorsirrojo desde el Torío hasta el sur de África. E s capaz de recorrer casi 20.000 kilómetros al año, desde el valle del Torío hasta el Sur de África, con un recorrido hasta ahora desconocido. Un pájaro cuyo comportamiento era un «fantasma» para los científicos, y que además está en peligro por la desaparición de las sebes y los insectos

Alejandro Onrubia, el biólogo que estudia las migraciones de los alcaudones que se marcan en el valle del Torío.

Alejandro Onrubia, el biólogo que estudia las migraciones de los alcaudones que se marcan en el valle del Torío.

León

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No es fácil saber cómo se comporta un gran viajero de poco más de 20 gramos de peso. Cualquier dispositivo existente hasta ahora era inviable para acompañarle en sus largos trayectos. Pero las nuevas tecnologías y la miniaturización de los componentes han desarrollado una herramienta con la que podrán investigarse los hábitos del 90% de las aves. El alcaudón dorsirrojo ibérico ha sido pionero en portar las mochilas que durante todo un año de migración registran a diario la hora de salida del sol y el ocaso, y con ellas la latitud y la longitud donde se encuentra.

Una de las ya escasas poblaciones de este pequeño viajero se encuentra en León. En la primavera de 2011 se capturaron con redes y se marcaron con los novedosos geolocalizadores 20 alcaudones adultos, diez machos y diez hembras, concretamente en el valle de Castrillino. Un año después se recapturaron dos ejemplares marcados (a unos 200 metros de donde habían sido marcados) de los que se descargó la información completa de la migración. Ahora los científicos esperan que en tres meses regresen a los campos leoneses las aves migratorias, para intentar recuperar algunas de las marcadas y colocar nuevas mochilas a alcaudones que a finales del verano iniciarán de nuevo su viaje hacia tierras más cálidas.

Uno de los científicos que participa en esta investigación es Alejandro Onrubia, que realiza su tesis doctoral en Biología en el Departamento de Zoología de la Universidad de León. Es además coordinador de Seguimiento de Migraciones de Aves por el Estrecho de Gibraltar de la Fundación Migres, que colabora en esta investigación con el Centro de Macroecología, Evolución y Clima de la Universidad de Conpenhague, en Dinamarca, y la Universidad de Lund, en Suecia, además de la consultora ambiental Opsis.

Han colaborado en el desarrollo del prototipo, el geolocalizador D 10-S, desarrollado por el British Antactirc Survey. «La tecnología tiene una década, pero en los últimos años se ha avanzado en miniturizar los componentes y calibrar la forma de analizar los datos». La universidad danesa se ha centrado en mejorar las técnicas de análisis de curvas de luminosidad, y los científicos españoles en mejorar el sistema de anclaje de los aparatos para que no cause problemas a los animales.

Onrubia destaca que el comportamiento del alcaudón dorsirrojo «tenía su intríngulis para los investigadores, ya que dentro de las aves migratorias es una de las más desconocidas. Se sabe que tiene un comportamiento particular, no emigra de Norte a Sur como la mayoría, se sospechaba que iba hacia el Este del Mediterráneo, pero no sabíamos dónde pasaba el invierno».

La investigación supone entrar en la migración de una especie «que era un auténtico fantasma, fuera de las rutas habituales». Los primeros resultados confirman la «migración en lazo», en la que la migración primaveral es notablemente más larga que la otoñal, incluyendo un amplio rodeo por la península Arábiga. La distancia que recorren los individuos marcados (unos 19.700 kilómetros) es una de las mayores entre las aves pequeñas.

Las estrategias espacio-temporales de los alcaudones sugieren «un sofisticado mecanismo de control endógeno más complejo que el mero sistema de reloj y brújula de los migrantes solitarios terrestres».

El alcaudón (Lanius collurio) es un migrador solitario y nocturno que utiliza la migración en lazo, aunque aún se desconocen la mayor parte de los detalles de sus rutas y patrones.

Ahora se sabe que los pájaros marcados en la zona de cría de León inician la migración postnupcial hacia el este y llegan al norte de Italia a mediados de agosto. Desde allí cruzan el Mediterráneo y el Sáhara, y alcanzan el sur del desierto a principios de septiembre. Realizan paradas de entre uno y dos meses en las sabanas del sur de Sudán para seguir hacia el sureste hasta alcanzar las zonas de invernada a fnales de octubre. Para entonces han recorrido 8.750 kilómetros.

Estas zonas se sitúan al sur del Ecuador, en la sabana en el límite entre Zimbabue y Mozambique, donde permanecen hasta finales de febrero.

El viaje de retorno se inicia en marzo, y les lleva hacia el norte-noroeste hasta que a finales de marzo alcanzan el Cuerno de África. Pasan el mes de abril en las vegas del Tigris y el Éufrates, tras atravesar la península Arábiga, y después recorren hacia el oeste el Mediterráneo, a través de Grecia y el sur de Italia. Llegan de nuevo a los valles leoneses a finales de mayo. Para entonces han recorrido 10.950 kilómetros, 4.070 de ellos de desiertos. Llegan a recorrer en un día más de 203 kilómetros.

Alejandro Onrubia destaca que el alcaudón dorsirrojo es una especie muy particular, y especialmente abundante en las zonas norte de León y Palencia. También hay ejemplares en Rusia y Dinamarca, donde se realizan estudios para compararlos con los resultados obtenidos con las aves marcadas en León.

Especie en peligro

El biólogo destaca también que se trata de una especie que «está en declive en toda Europa, por lo que la investigación tiene también interprés para la conservación». Se trata de un especie insectívora, que ingiere invertebrados de mediano tamaño. «Con la utilización de fitosanitarios e insecticidas la población de insectos presa está disminuyendo, y eso influye en los alcaudones».

Pero también los cambios en su hábitat. «Es una especie ligada a un ambiente abierto de mosaicos con pastos y arbustos. En los últimos años este paisaje se ha transformado, por ejemplo en León la concentración parcelaria ha hecho desaparecer muchas sebes, que era un paisaje típico de la provincia y donde se instalaban los pájaros».

Las investigaciones realizadas permiten también determinar cómo está afectando el cambio climático a los patrones migratorios de las aves. «Los alcaudones recorren en un ciclo anual miles de kilómetros desde un ambiente templado de la España atlántica al invierto en ambientes tropicales o subtropicales. Y el cambio climático no está afectando de la misma manera a los dos hemisferios. Tratamos de determinar cómo afecta a los hábitos migratorios el hecho de que las temperaturas estén subiendo de forma mucho más acusada en África, y cómo los animales se acoplan a los nuevos ciclos. Eso nos permitirá también adelantar qué efectos van a tener estos cambios a medio plazo sobre el ecosistema».

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