Promesas. de compras en Airbus

... la Universidad

«En el ámbito universitario, la diferencia radica entre nuestras universidades y las mejores del mundo es que en las segundas se abren plazas acorde a las oportunidades que hay para los estudiantes que van a entrar y se aseguran de que les van a poder enseñar como se debe. Además, la excelencia académica es sólo el primer requisito que debes cumplir. También seleccionan a sus estudiantes acorde a su madurez y vocación. Además, se aseguran antes de abrir más plazas que los estudiantes que salen encuentran suficientes oportunidades y que se les enseña con los medios adecuados durante su estancia en la universidad. Aquí eso no les importa. Solamente intentan abrir el mayor número de plazas para hacer negocio. Cogen a los que mejor nota sacan en una prueba muy deficiente y que varía según la comunidad autónoma en la que vivas (¿donde quedó la igualdad entre españoles?). Les da igual por qué quieres estudiar su plan de estudios o si los estudiantes que salen lo hacen preparados para el mundo laboral actual. Les da igual que los profesores no den a basto porque han abierto más plazas de las que el profesorado puede abarcar. Les da igual que una mayoría de los estudiantes suspendan una asignatura en particular. Lo que les interesa es el negocio que se matricule la mayor cantidad de estudiantes posible, que se imparta otro plan de estudios sin tener a profesores expertos en ese campo».

Todo empezó como una diversión infantil. Lo recuerda muy bien, como si fuera ahora mismo. «Cuando estaba en carretera en un viaje con mis padres me encantaba sacar la mano por la ventanilla y jugar a que era un avión o un cohete», cuenta. El juego de Juan José González Díaz ha inspirado un anuncio de un coche y también su futuro. Acaba de cumplir 24 años y ha dado el salto desde la Universidad de León al consorcio Airbus Group. De fabricar aviones de papel a trabajar en el departamento de Coordinación de Compras para programas militares de la compañía aeroespacial. Su trabajo está centrado en el C295.

«El equipo del que formo parte colabora estrechamente con los departamentos de Ingeniería de producción, Ingeniería de certificación, Marketing, Programas y Compras. El objetivo es ser el punto intermedio entre el departamento de programas, centrado en la venta y fabricación de avión, y el departamento de compras. Mi trabajo consiste principalmente en aportar la parte económica a las campañas de venta de un avión», explica este leonés que ha sido el primero de su promoción en Ingeniería Aeronáutica de la Universidad de León.

Juan José González Díaz está integrado en un grupo de trabajo que asegura un objetivo vital para Airbus: garantizar que se compra todo lo necesario para satisfacer las necesidades de la empresa con un único fin, poder entregar a tiempo los aviones que se han vendido.

González tiene la visión completa de todos los programas de aviones medianos y ligeros de Airbus desde las campañas de venta hasta las incidencias que suceden años después de entregar la flota, incluyendo también desarrollos y proyectos de mejora o incidencias en la línea de montaje. Todo porque participa en varios comités de seguridad en vuelo, mejoras o control de costes como representante del departamento de Compras.

Su aventura empezó en el coche de su padre, se fraguó en la Universidad de León y continuó en Estados Unidos, donde colaboró en un proyecto financiado por Boeing, la Fuerza Aérea de Estados Unidos y la Universidad de Washington. Era el diseño conceptual de un avión supersónico civil que pretendía ocupar el espacio en el mercado que quedó libre tras el fracaso del Concorde.

«También fabricamos un UAV que fue la versión a escala de ese avión. Utilizamos fibra de carbono, unos motores eléctricos y foam para construirlo. Sobre ese modelo realizamos ensayos en vuelo y en tierra con lo que ese avión voló con éxito», recuerda.

En Estados Unidos, Juanjo González no sólo participó en ese proyecto, también mejoró las notas que había sacado en España, donde fue primero de su promoción, y logró un 3,81 sobre 4, la puntuación máxima en la Universidad de Washington. Allí aprendió «de grandísimos profesionales del diseño de aeronaves que nos ayudaron en nuestro proyecto», algo imposible, explica, sin la experiencia de los profesores de Ingeniería Aeroespacial de la ULE y al «gran trabajo que hicieron desde ese departamento para conseguir el convenio con la Universidad de Washington gracias al que pude ir a Estados Unidos».

Ha tenido que superar muchas pruebas, cuenta. Una de ellas, el idioma. Mejor dicho, los idiomas.

«Vamos con desventaja. Los británicos suelen preferir a alguien que además de inglés sepa alemán o francés antes que español. Por eso te encuentras situaciones en las que un español necesita aprender inglés, francés y alemán para poder superar en idiomas a un inglés que simplemente estudió francés en el instituto», explica.

«Se valora además muy poco a las universidades españolas. En España hay facultades con planes de estudios muy difíciles cuyos estudiantes salen con un nivel muy bueno. Y eso muchas empresas extranjeras no lo conocen y no lo valoran. Con esto quiero decir que el nivel de las mejores universidades españolas no tiene nada que envidiar al de las mejores universidades del mundo, claro que eso no implica que sean comparables en medios o en volumen de investigaciones», añade.

Quiere trabajar en proyectos punteros de la industria aeroespacial. Tiene las miras puestas en el cielo.