Diario de León

ª 1. El estudioso de los residuos

SERGIO PANIAGUA BERMEJO. Alumno brillante, es Premio Extraordinario Fin de Carrera y de Máster.

Sergio Paniagua, en su laboratorio.

Sergio Paniagua, en su laboratorio.

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S.V.P. | LEÓN
León

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A Sergio Paniagua Bermejo la hubiera dado igual la física cuántica que la criminología. Y se ríe abiertamente cuando lo cuenta. Porque en realidad este joven Premio Extraordinario Fin de Carrera en Ciencias Ambientales es lo que es por Luis Fernando Calvo.

«Sería muy ventajista el decir que siempre fue la Ingeniería Química fue la rama que más me apasionaba, pero no es así. Si actualmente estoy trabajando en este ámbito es gracias a Luis Fernando Calvo. Digo esto porque acostumbrado a las clases típicas de la universidad, clases magistrales, me chocó tanto la forma de impartir docencia de LuisFer que dije: ¡Yo quiero aprender de este profesor!». Y ahí está.

Graduado en Ciencias Ambientales, máster en investigación en Ingeniería de Biosistemas, máster en Formación del Profesorado, preparando el doctorado en Ciencia y Tecnología del Medio Ambiente, Premio Extraordinario Fin de Carrera y Premio Extraordinario Fin de Máster en Ingeniería de Biosistemas, Sergio Paniagua ha publicado en revistas especializadas —«afortunadamente el grupo de trabajo al que pertenezco son unos Vargas Llosa de la vida (mención especial a mi codirectora Marta) y me han hecho partícipe de la dinámica de publicar»— y está analizando la influencia del abono orgánico sobre las características térmicas y agronómica de algunas especies vegetales.

«Lo que nosotros pretendemos es analizar cómo determinados abonos de origen orgánico, muchos de ellos son residuos para las empresas o industrias que los emiten, pueden ser empleados como enmienda del suelo para mejorar la capacidad energética y agronómica de determinadas variedades de cultivos energéticos. Al margen de los tradicionales, como puede ser el chopo, estamos valorando su aplicación en cultivos agrícolas de nueva implantación. En último término queremos emplear el residuo derivado de los procesos térmicos de esos cultivos como adsorbentes (sí, con d) de contaminantes emergentes de las aguas. Muchos fármacos lo son», explica.

Tiene unas notazas (9,25 y 9,54 de media), pero él prefiere decir que «a un estudiante/investigador no se le debe medir por sus calificaciones, sino por el interés que denota en las cosas que hace». Aunque tampoco es tan ingenua. «Lamentablemente, como ?en la sociedad en la que vivimos nos toca ‘competir’ con nuestras calificaciones, es inevitable tener que contestar».

Aspira a seguir aprendiendo de la gente que le rodea — «lo bueno, pero también lo malo para no hacerlo así», y ríe— y espera que con «trabajo y dedicación tarde o temprano podré dedicarme a lo que realmente me apasiona: la enseñanza».

A veces ha pensado irse fuera aunque hay un pero. «La verdad es que soy un poco atípico en este aspecto. Soy consciente de que el irte fuera te abre nuevas oportunidades y de cambia no sólo académicamente, también como persona, pero ¡me gusta tanto España!».

Quiere hacer bien su trabajo «y cuando llegue el momento me dejaré aconsejar por las personas que han estado a mi lado día a día». Recuerda a profesores como «Emilio, Raquel, Marta Eva, Ana Vega, Ana Salegui o Arsenio. Son para mí un ejemplo como docentes y como personas. Posiblemente, de no haberme encaminado por la Ingeniería Química, me hubiera gustado poder colaborar con ellos. Aún a día de hoy no descarto intentar aprender de ellos».

Sabe que no es buen momento, «pero esta no es excusa para quedarnos en el sofá viendo Mujeres y hombres y viceversa ni programas similares. Afortunadamente, creo que nosotros entendimos rápido que no podíamos ‘rest on our laurels’, como dirían los ingleses, y las bibliotecas han estado siempre llenas. ¡No hay que dar motivos a las empresas para que no nos cojan!».

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