Diario de León

ª1.De León a Bulgaria, donde hay trabajo

María Díaz-Pinés Prieto. Premio Extraordinario de la ULE, da clases en un instituto de Pleven.

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SUSANA VERGARA PEDREIRA | LEÓN
León

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El azar la llevó a León y de aquí a Bulgaria. María Díaz-Pinés Prieto es Premio Extraordinario Fin de Máster por la Universidad de León pero su imponente currículum no le ha permitido encontrar trabajo ni aquí ni en ninguna parte de su país, ¿suena mucho, no?, así que ha terminado donde hay trabajo, en Bulgaria, dando clases de Lengua y Literatura española en un instituto bilingüe de Pleven.

Volvamos al azar. «En la Universidad de León me atendieron fuera de plazo con diligencia, y me admitieron, incluso trataron de ayudarme a buscar piso. Así que hice la maleta en Pontevedra y me instalé en León para iniciar estos nuevos estudios», recuerda esta joven gallega.

Sigamos con el azar. «Solicité una plaza en un programa del Ministerio de Educación y Deporte. Como primera opción había escrito Bulgaria porque se me antojaba un país por explorar y situado en una zona muy estratégica con el fin de conocer otros países europeos». Y bueno, se rindieron a su currículum, plagado de matrículas de honor, y allí está, desde hace dos años, «dando clases de Lengua y Literatura española en un instituto bilingüe de idiomas en Pleven».

A esta filóloga Hispánica y Máster Universitario de Literatura Española y Comparada en la Universidad de León, Premio Extraordinario Fin de Máster por la ULE y con varios trabajos de investigación, sus estudios han sido siempre el pasaporte para encontrar trabajo. «De hecho, dudo que hubiera obtenido mi puesto actual de no ser por mis estudios en León y los buenos resultados del expediente porque las plazas son 135. Realmente me siento una privilegiada», cuenta. Y eso que sueña con volver a su tierra.

«En el fondo deseo regresar a España, siempre lo he querido. Me encantaría poder poner en práctica en mi país de origen lo aprendido en el extranjero, en el norte a ser posible», reconoce. Aspira a trabajar como docente. «Ya no especifico l nivel educativo y el lugar, todas las opciones se ajustan a mis intereses y son de mi agrado. Enseñar en una universidad resultaría tanto un reto como un sueño hecho realidad, pero en un instituto también podría sentirme autorrealizada. Nunca descartaría regresar a León por motivos laborales, disfruté mucho de mi estancia en la ciudad», dice.

Colabora en el Instituto Cervantes de Budapest y organiza el Concurso de Microrrelatos en la Consejería de Educación de la embajada de España en Bulgaria. Desde hace años, su principal dificultad ha sido la falta de convocatorias, el escaso número de plazas libres y la «intermitente entrada de interinos sin plaza a unas listas interminables que no sufrían apenas movimiento».

«Durante años ha habido un auténtico colapso, solo espero que a partir de ahora la situación se vaya normalizando y pase a ser más aceptable», dice María Díaz-Pinés.

«Regreso este año a España sin muchos propósitos de trabajar allí debido a la escasez de puestos de trabajo en el sector privado de la educación o de cultura, aunque me encantaría poder quedarme. Es más, he vuelto a solicitar una plaza en el mismo programa que de obtenerla me llevará a otro país. Espero que cualquiera de las posibilidades me permita estudiar el doctorado, si fuera necesario a distancia», apunta.

Le hubiera gustado trabajar en un departamento de Estudios de Genero o ser parte de un grupo de Estudios Africanos en alguna universidad. «Todavía estamos a tiempo», dice.

Con África mantiene un vínculo especial, Fue objeto de su trabajo de investigación. Analizó los países de origen de escritores inmigrantes y migrantes. Ahora ella es uno de ellos.

«La mirada del expatriado siempre está distorsionada por otra realidad en la que el tiempo se ha parado, y cuando regresas todo ha cambiado aunque quieras negarlo con la cabeza. Podría responder negativamente porque observo a gente muy perdida, sin trabajo, sin expectativas y lo peor, sin ganas. La gente está muy desanimada en esta época seca y no es extraño continuar con el apoyo de la familia o incluso vivir con ella casi cerca de los cuarenta años de edad. Pero, levantando una lanza a favor de mi generación, hay mucho luchador y luchadora de la medio vieja escuela: aquellos que han sudado las notas en el instituto y en la carrera mientras el profesor ni los quería atender en las obligadas tutorías, los que estaban en silencio respetando las explicaciones del profesor, los que hacían los deberes durante horas en casa sin rechistar o deprimirse. Creo que somos la quintaesencia de la combinación entre los dos siglos: combinamos los recursos y valores de la antigua enseñanza de inicios de la democracia con la actualidad resbaladiza de los media y la expansión de las TIC para estar al día».

Y sin embargo, ellos, ella, son el futuro.

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