Diario de León

CIENCIA

Un robot que obedece y ordena

La farmacia de Burgo Nuevo 13 dispensará las medicinas por fecha de caducidad con una máquina que gestiona 7.600 envases.

Perdone, necesito Termalgin y suero en sobres. El farmacéutico contesta «ahora mismo», y en cinco segundos sonríe a su cliente y le facilita los envases. Tanta rapidez llega de una mano mecánica, la del robot que gestiona el almacén de los medicamentos.

El farmacéuticoi Fernando Álvarez muestra la sección del robot que sirve para el almacenamiento automático de medicamentos y las dos líneas de salida.

El farmacéuticoi Fernando Álvarez muestra la sección del robot que sirve para el almacenamiento automático de medicamentos y las dos líneas de salida.

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pilar infiesta | león
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Verlo trabajar impresiona. Ágil, eficaz, incansable y ultra rápido. Un verdadero atleta, capaz de recorrer tres metros en dos segundos; con una ‘cabeza’ privilegiada que selecciona antes de que se chasquen los dedos un artículo entre otros 7.600, y un brazo ejecutor que supo interiorizar bien la lección de derecha e izquierda. Así es el robot farmacéutico por el que apostó Fernando Álvarez Palacio para su botica de Burgo Nuevo 13. La última tecnología puesta al servicio del hombre, al que obedece de inmediato. Con él, gana espacio y orden en los medicamentos, que puede dispensar en un abrir y cerrar de ojos sin necesidad de revolver en las cajoneras.

Además, la gran ventaja del aparato que incorporó esta farmacia es que su complejo software permite introducir modificaciones y ajustes a medida que, al igual que ya han posibilitado elegir el tamaño de las baldas donde se colocan las cajas, en unas semanas también facilitarán la selección de los fármacos por fecha de caducidad, con todo lo que ello supone para organizar pedidos, evitar stocks y vender productos ‘frescos’.

Hasta ahora, cuando el farmacéutico aprieta un botón, el brazo mecánico del robot se activa, se desplaza entre decenas de estanterías en busca del medicamento, lo deposita en una cinta transportadora y, como si de una maleta en un aeropuerto se tratara, llega al mostrador. Todo en escasos segundos. La máquina viene dispensando ahora el primer envase que entró al almacén robotizado del producto que se reclame. El salto cualitativo se producirá en breve, en cuanto se acople la nueva orden al sistema, que seleccionará ya los medicamentos por su fecha de caducidad, gracias al reconocimiento de su data.

Álvarez explica que los paneles y cristaleras que dan vida a la nueva ‘despensa’ llegaron de Alemania y se montaron en tres días. Básicamente forman un gran cajón de 14 metros cuadrados con estanterías transparentes a ambos lados de un pasillo por el que circula un brazo articulado sobre un raíl. El brazo se encoge hasta el suelo y se estira hasta el techo, a 2,7 metros de altura, en busca de los fármacos; gira a ambos lados y se mueve adelante y atrás, en una hilera de siete metros, a velocidad de vértigo para coger con sus pinzas el medicamento que solicita el farmacéutico o los otros cuatro empleados. Como rastro sólo deja un pequeño silbido mecánico. Los fármacos se introducen en el almacén de baldas de forma «caótica», bien manualmente, escaneando el código de barras de cada producto en uno de los ordenadores que posee, o automáticamente, con el volcado de los medicamentos que van llegando a granel en una tolva. Lo sorprendente es que caen a un cubículo con cuatro cámaras controladas por otro ordenador que fotografían los cuatro lados del envase para ‘ficharlo’. Así es como reconoce después el robot lo que le piden y dónde lo situó.

La carga automática de medicamentos ahorra trabajo. SECUNDINO

Los cuatro lados de cada envase se fotografían para 'ficharlo'. S.P.

Y es que la máquina coloca también de forma caótica los artículos (Álvarez ha introducido 7.600 de los 15.000 que podría), pero el brazo articulado es capaz de discriminar, gracias a los últimos avances tecnológicos, qué producto le están reclamando. Si el envase está depositado en segundo o tercer lugar en la fila, retira el situado en primer lugar en la balda y ‘engancha’ el que le interesa, que está por detrás, en décimas de segundo.

«Opté por el sistema caótico, porque permite 4.000 referencias con hasta 10 medicamentos cada una, frente a las 1.400 del denominado sistema gravitacional; y, además, está recomendado para guardar también jarabes y colirios, y el otro no», señala Álvarez. A su juicio, el robot aporta «espacio y orden, ya que en esta farmacia que es pequeña podemos tener todo almacenado en la planta superior y disponer de los medicamentos de forma muy rápida, sin tener que subir las escaleras y sin tener que desatender al cliente, gracias a la acción del robot, que te facilita lo que necesitas en segundos, bajándolo a través de unos toboganes».

La selección se realiza con un brazo mecánico que gira a derecha e izquierda, subey baja. SECUNDINO

De modo que la farmacia del futuro ya está aquí. Las máquinas aportan ayuda extra para almacenar y dispensar medicamentos. Los robots farmacéuticos ya han comprimido almacenes, maximizado el espacio para atender a la clientela y puesto orden en las reboticas. Además son trabajadores que no se ponen ‘enfermos’. Sólo necesitan electricidad y si ésta falla se activa un sistema de alimentación que aporta una autonomía de otros veinte minutos para que en ese tiempo se pueda solucionar el problema. Incluso los ordenadores del robot están duplicados. En caso de avería se conecta su gemelo y sigue funcionando. Álvarez destaca, además, que la tecnología permite decir adiós al stock. «Con el robot ya no hay problema de stock, como la máquina diga que hay un medicamento, lo hay, y si dice que no, es que no. No se equivoca, es precisa».

Este farmacéutico acumula 17 años de experiencia en una botica en Boñar. El pasado 4 de marzo asumió la farmacia de Burgo Nuevo, 13, que atravesaba una complicada situación, y la ha modernizado. Desde entonces van creciendo a un ritmo de un 30%, gracias a su labor y la de los otros cuatro empleados. Abren 12 horas cada jornada todos los días del año, de 9.30 horas a 22.00 horas. El robot ha posibilitado liberar espacio en el establecimiento para añadir productos de parafarmacia.

En segundos, el pedido baja del almacén para ser dispensado. SECUNDINO

Ver trabajar a este ‘ayudante’ es asomarse a un futuro cibernético. Se mueve de un extremo al otro, con tanta velocidad que mientras funciona nadie debe de entrar en el interior del almacén por seguridad. La máquina, una Rowa Vmax, es automatización en estado puro. No es barata, pero se trata de una inversión con recompensa. Este sistema lleva en sí una herencia genética especial, ya que aúna la experiencia de más de 6.000 proyectos de automatización previos. Con su área compacta de almacenamiento se reemplazan las cajoneras y se ahorra espacio, tiempo y recursos. La velocidad de dispensación de productos farmacéuticos de un robot de farmacia oscila entre las 300 y las 750 referencias cada hora.

A su vez, disponen de un sistema que garantiza que ningún envase se almacene sin ser controlado. Gracias al robot de farmacia el almacén está bien organizado y bien gestionado; por eso, se estima que la recuperación de espacio útil del almacén es del 50% aproximadamente. Otra de las ventajas es que aportan mayor seguridad, ya que el acceso al interior del robot está codificado y posee un sistema de vídeo vigilancia que monitoriza constantemente la zona. Así, la máquina se convierte en una caja fuerte en la que el farmacéutico es el único que puede dar acceso a las personas. La automatización de la farmacia elimina las constantes búsquedas en las cajoneras, haciendo que tengan más tiempo para los usuarios y que puedan ofrecer un mejor servicio. Precisamente, el trato personalizado y la atención son dos de los factores que los pacientes valoran más y por los que Álvarez Palacio quiere apostar en su nueva farmacia.

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