Diario de León

CITROËN C-ELYSÉE

Refinamiento a bajo coste

El «chevron» firma el primer «low cost» español. La vuelta al sedán utilitario la propone Cittroën con una realización, fabricada en la factoría que la marca mantiene en Vigo, cuya tarifa arranca en 13.650 euros, rebajados a 11.650 con el Plan PIVE.

Amplio y asequible, el nuevo «bajo coste» C-Elysée de Cittroën.

Amplio y asequible, el nuevo «bajo coste» C-Elysée de Cittroën.

Publicado por
JAVIER FERNÁNDEZ
León

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Compacto… también en el precio. Aunque inicialmente pensado para mercados emergentes (Europa del Este, Oriente Medio y Sudamérica), Citroën también venderá el nuevo C-Elysée en España y Portugal (no en vano el coche tiene sello español).

Con el marchamo de ofrecer una «calidad superior» a la de los bajo coste hasta ahora conocidos, este nuevo chevron en clave tres volúmenes, arquitectura siempre muy apreciada por el segmento de compradores al que se dirige, que mide 4,43 metros de largo y transmite una imagen de «coche robusto», con un frontal de evidente inspiración C5, que integra sin pegote el tercer cuerpo de un maletero separado (506 litros de capacidad) que también acaba por convertirse en una de sus grandes bazas en cuanto a utilización práctica.

Y no sólo. Porque nuestro protagonista ofrece a la vez un personalizado estilismo merced a la marcada nervadura lateral/longitudinal que, justo por encima de las manillas de las puertas, acaba por entroncar -y rematar- con el tercer cuerpo de una realización cuyo interior viene presidido por un generoso salpicadero, de líneas nítidas que tampoco desentona con la filosofía general del coche, por mucho que —como fácilmente puede suponerse— las terminaciones huyan de fruslerías impropias del segmento «low cost»… ¡pues claro!.

En este sentido, el fabricante hace especial hincapié en señalar que, con el C-Elysée, se ha buscado la máxima habitabilidad y practicidad de uso.

Habida cuenta la vocación «emergente» del nuevo modelo, Citroën ha realizado un exhaustivo programa de ensayos antes de lanzarlo al mercado: más de cuatro millones de kilómetros por infinidad de carreteras con todo tipo de «asfalto» —es un decir...— y bajo un amplio abanico de condiciones climatológicas.

Consecuencia: 14 centímetros de altura libre al suelo, robustez en los trenes de rodadura y más fijaciones atornilladas —menos «grapas»— en una carrocería que, a lo largo de su teórica vida útil… «sufrirá» lo suyo.

En el capítulo mecánico, tres son las versiones previstas por Citroën (dos gasolina y un turbodiésel) para el C-Elysée: el tricilíndrico 1.2 VTi de 72 CV y el tetracilíndrico 1.6 VTi de 115 CV (ambos multiválvulas); mientras la elección de gasóleo la confía el fabricante al 1.6 HDI de 92 CV (motorización profusamente utilizada por el Grupo PSA en sus catálogos y de la que ya se han vendido 6 millones de unidades), que entrega un alto par (23,5 metros/kilo) y homologa una contenida cifra de consumo: 4,1 litros de media por cada centenar de kilómetros, muy acorde con la filosofía bajo coste del coche.

Las versiones de gasolina homologan 5,2 y 6,4 litros de media respectivamente, y en todos los casos se unen a la caja manual de 5 marchas.

Dos son los niveles de equipamiento con los que cuenta la gama C-Elysée: Seduction y Exclusive que, desde el escalón de acceso, ofrecen una interesante dotación de serie: aire acondicionado, cuatro airbag, ordenador de viaje, faros antiniebla, control electrónico de estabilidad (ESP) y radio con CD, Bluetooth y conexión USB. Elementos a los que, en el escalón superior, se añaden los elevalunas eléctricos en las cuatro ventanillas, apoyabrazos central delantero y función «max» para el aire acondicionado, volante y pomo de la palanca de cambios forrados en cuero, además de los sensores de estacionamiento traseros, las llantas de aleación de 16 pulgadas e inserciones cromadas en el paragolpes delantero y en los marcos de las ventanillas.

En suma, una cuidada relación calidad/precio para el desembarco de Citroën en ese particular «segmento emergente» que es el de los coches de bajo coste, sin que ello signifique necesariamente pérdida prestacional… en el más amplio sentido del término.

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