Diario de León

Ferrari Purosangue. ‘Un segreto ben custodito’

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JAVIER F. ZARDÓN

Secreto… develado. Ha habido que esperar setenta años para ver… ¡un Ferrari de cuatro puertas!, por mucho que las traseras —¿nos da ‘vergüenzina’?—, tan enmascaradas por los generosos pasos de rueda y el anguloso pilar ‘C’, acaben pasando desapercibidas.

Es verdad que desde ‘la noche de los tiempos Ferraristas’, el habitáculo «2+2» (plazas traseras testimoniales) ha venido siendo una constante en el catálogo de Maranello; lo de ahora, resulta ser toda una revolución: dos auténticos asientos traseros, cuatro verdaderas plazas en 4,98 metros de largo (2,02 de ancho) y un portón zaguero que aloja 473 litros de capacidad de maletero.

Consecuencia: arquitectura ‘transeje’, con motor delantero central, caja de cambios (F1 de doble embrague y 8 marchas) en posición trasera, además de una unidad de transferencia de potencia conectada delante del motor, y otra primicia, tracción total 4x4 4RM-S; altura libre al suelo de 1.589 milímetros y una ‘romana’ de 2.180 kilos con, además, una distribución de pesos considerada óptima por los ingenieros de Ferrari cuando se trata de automóviles deportivos de motor delantero central: 49 / 51.

Y la más icónica ‘guinda’ firmada por Maranello: V12 atmosférico de 6.5 litros sin electrificar —¡gracias por mantener la cordura!—, que rinde 725 CV y entrega un par de 72,0 metros/kilo (la mayor parte a bajo régimen, elasticidad asegurada), capaz de subir hasta 8.250 revoluciones, y capaz —también capaz, muy capaz— de ‘sprintar’ de cero a cien en solamente 3,3 segundos (10,6 de cero a 200) y con capacidad —¡pues claro!— de superar los 310 por hora de punta.

Todo ello, y más, ‘vestido’ con la máxima eficacia aerodinámica —y estructural— merced a soluciones tan innovadoras como la sinergia entre el parachoques y la cola delantera, creando una ‘cortina de aire’ que sella aerodinámicamente las ruedas delanteras, obviando así turbulencias transversales; salpimentado, el conjunto, por un bastidor que cuenta con un techo de fibra de carbono, para reducir el peso y rebajar el centro de gravedad del vehículo.

En el interior, el puesto de conducción —herencia SF90 Stradale— está dividido en dos zonas perfectamente diferenciadas para conductor y acompañante, que adopta la pantalla e interfaz digital (10,2 pulgadas) ya conocida en resto de la gama Ferrari.

El revolucionario Purosangue, al que los responsables de ‘Il Cavallino’ se niegan —en redondo— a tildar de SUV, tiene un precio de 390.000 euros en el mercado matriz italiano, que también puede servir de referencia para el español.

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