Diario de León

En busca de hogar para dejar una vida perra

Una veintena de canes conviven en el albergue de Sahagún a la espera de una familia adoptiva que les dé otra oportunidad

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León

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Junto al pueblo, pero a las afueras de Sahagún, se encuentra el recinto que acoge a los cerca de 20 perros abandonados de los que se encarga la Asociación de Amigos de los Animales de Tierra de Campos. Su nombre es tan amplio como los cuidados que procuran a estos animales las pocas personas que se ocupan de ellos de forma desinteresada. Les mueve su pasión por los animales, sobre todo por los que han tenido peor suerte. Como estos.

Cada perro que vive en este recinto de 400 metros tiene su propia historia, pero ninguna, de momento, con final feliz.

Ada tiene seis años y un montón de tumores mamarios pendientes de operar. Está encerrada en su caseta y a la espera de engordar para poder someterse a la operación que necesita y que motivó que sus dueños la abandonaran a su suerte. En cuanto gane unos cuantos kilos se verá las caras con el veterinario, que también es solidario con estos animales. Pilar Alonso se encarga de esta parte. Hace precio a los encargados de la asociación de Sahagún y les deja pagar los costes de varias veces. Castrar a una hembra les cuesta 150 euros -”menos de la mitad de la tarifa normal-” y la operación que necesita Ada ronda los mil.

«Nos ayuda mucho, si no fuera por ellos estaríamos perdidos», explica Mónica Rojo, una de las encargadas de este albergue que, junto a Miguel Robledo, son los salvavidas de estos perros. «Lo que nos aporta esto son dolores de cabeza pero, sobre todo, la satisfacción de saber que has hecho algo por uno de estos perros y que va a salir adelante. Gracias a nuestro trabajo tienen una segunda oportunidad, comen todos los días y cuentan con los servicios de un veterinario», explica Mónica

Donaciones

El dinero que les salva la vida procede de las donaciones de particulares y los socios, alrededor de una treintena entre los dos lo que supone unos ingresos de unos 90 euros mensuales en total. También se puede apadrinar a uno de ellos por diez euros al mes, lo que les procurará la comida y el cuidado necesarios par salir adelante hasta que encuentren un hogar.

De momento este albergue es su casa, a pesar de que las condiciones no son las más adecuadas, pero es lo que para ellos representa lo más parecido a un hogar, no por las condiciones, sino por el trato. Mónica Rojo y Miguel Robledo se encargan de ellos varias veces a la semana. Les limpian las casetas, les llevan al veterinario en su propio coche y les sacan a pasear algunos días.

Ahora, incluso, están pensando ampliar el albergue otros 400 metros más. Pero falta dinero. Unos 10.000 euros serían necesarios para acometer esta obra en el terreno que el Ayuntamiento de Sahagún ha cedido a la asociación hasta el 2017.

La idea de una reforma conllevaría un muro alto -”el de ahora no llega al metro-” para proteger a los perros, techos para resguardarlos del frío y la lluvia y cámaras de seguridad para tenerlos controlados y evitar robos. Pero Mónica tiene poca esperanza: «Las donaciones nos llegan para lo justo. Nunca vamos a poder hacer lo que queremos».

Ahora son unos 20 perros los que viven en este albergue que tiene ya 20 años, pero han llegado a ser hasta 50, según cuenta Mónica. «Nos encontramos de todo. Te dejan los perros a la puerta del albergue y a veces incluso los tiran por encima de la verja y llegan a matarlos del golpe. Nos dejan camadas enteras». Incluso antes venían los propios dueños con su mascota para dejarla en adopción, pero ahora ya nos los recogen así. «Hay que poner un límite», comenta Mónica.

Cuando recogen a perros abandonados hay que llevarlos al veterinario para que les haga un primer reconocimiento. «Suelen venir muy delgados, con parásitos y algunos con tumores de hasta un palmo de grandes».

Una vez aquí, la convivencia es bastante buena. No hay más que echar un vistazo al interior del albergue para comprobar que viven como una gran familia mientras esperan ansiosos a la suya. Sin embargo, también se plantea el problema de los posibles cachorros. «Intentamos castrar a todos los machos porque no nos podemos permitir que tengan descendencia», explica Mónica. La relación de esta chica con la Asociación de Amigos de los Animales Tierra de Campos comenzó hace dos años. «Conocía a la gente que lo llevaba entonces y me fui implicando cada vez más». Ahora el vínculo es muy fuerte, casi imposible de romper. De hecho, este verano entraron a robar al albergue con la intención de llevarse los perros sin tener que hacer los papeles obligatorios por ley en el caso de la adopción. A la mañana siguiente aparecieron todos los perros fuera del recinto, pero ninguno se había marchado de allí. Simplemente, estaban en casa.

El proceso de adopción

Y es que la adopción requiere un proceso, lógico, de papeleo. Primero hay que rellenar un cuestionario y realizar una visita previa a la casa en la que va a vivir el animal para comprobar las condiciones del que será su nuevo hogar. La firma de un contrato de adopción en el que los nuevos dueños se comprometen a hacerse cargo del perro y a castrarlo es otra de las condiciones. Del albergue salen con el microchip y la vacuna de la rabia puestas, además de desparasitado. Una vez hechos todos los trámites, se hace un seguimiento del animal para comprobar que está bien.

Pero no todos corren la suerte de ser adoptados. «Aquí en España tenemos una mentalidad distinta a la de otros países de Europa como Alemania, donde la gente prefiere adoptar a los perros más mayores y que llevan años esperando», explica Mónica.

En España, al contrario, los perros de tamaño pequeño, los cachorros y los de raza son los que tienen más papeletas para recibir el favor de una familia adoptiva. Precisamente de Alemania viene buena parte de la ayuda que recibe Sahagún. Hacia allí salen una media de diez perros cada dos meses gracias a una asociación germana que se puso en contacto con la de Sahagún. En España el panorama es muy diferente, pues las adopaciones no superan las 30 anuales en esta perrera. De hecho, el año pasado se dieron unos 15 perros en adopción. «La gente se escuda también en la crisis para no ser solidario», explica Mónica.

Excusas para no adoptar siempre hay; pero razones para hacerlo, sobran.

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