Diario de León

Este verano se reencontró con Matadeón

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Desde hace un tiempo, Enrique Cascallana ha recuperado parte de su relación vital y sentimental con León. Sus raíces están aquí, incluidos familiares. Y este político, que aspira a que su Alcorcón ofrezca todas las posibilidades educativas, como empeño sobre algo de lo que él no pudo disfrutar (se licenció en Derecho por la Uned), regresó este verano a la cuna de su padre, Matadeón de los Oteros. «He dedicado toda mi vida a la política y a trabajar. Y ahora puede que algo me lleve a buscar mis raíces. Yo me siento madrileño, pero este verano estuve en el lugar en el que nació mi padre y fue bonito porque vi a familiares suyos», comenta este veterano socialista padre de cuatro hijos.

Además, se da la circunstancia de que una hermana suya tiene casa en Quintanilla de Florez, en la comarca de La Bañeza, lo que suma a la hora de que su brújula vital señale a esta provincia. «Mi padre murió a los 59 años. Llega un momento que buscas las raíces», explica, y da así con ese fundamento de la vida en el que la familia y la tierra son el Norte. Por ello, Cascallana recuerda a su padre: «Era ferroviario y payaso, fue el que llevó el Club de Payasos de España. Y si a cualquier payaso de España le preguntas por Quino, seguro que lo recuerda».

Tal vez, el círculo lo cierre la clave de su segundo apellido: Gallastegui. Un segundo origen vasco, del que confluye un hijo de vasca y leonés. Definitivo: una vida leonesa de antaño como tantas otras, siempre con un pie en el ferrocarril rumbo a Bilbao.

El resto, el presente, es la incesante actividad del alcalde Cascallana. Y su don de gentes. Volcado en hacer de Alcorcón una ciudad del siglo XXI. Con paseos, viviendas sociales, aparcamientos, siete centros culturales, con el gran proyecto CREA a la cabeza, que finalmente se hará, una amplia red de escuelas municipales, Facultad de Medicina-¦ «Estamos transformando la educación en Alcorcón. Y la gente me quiere porque escucho a todo el mundo». Eso también lo vende.

La biografía de Enrique Cascallana demuestra que también ha vendido bien su carrera política, que se inicia en los partidos comunistas en la clandestinidad antifranquista, y que pronto se oficializa, en 1979, cuando es nombrado concejal de Educación del Ayuntamiento de Alcorcón. Posteriormente fue edil de Recursos Humanos, y, en 1987, de Urbanismo, cargo que ostentó hasta 1991. A partir de ahí su figura se sitúa en primera línea de la política alcorconera, como teniente de alcalde y como portavoz del grupo socialista. Pero su cumbre llega en el 2003 cuando accede a la alcaldía, y ya en el 2008, acceso al Senado. El futuro por escribir apunta a lo más alto, pero, de momento, será al lado de Tomás Gómez.

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