El caso de los hámsters en el parque de Quevedo

Fue el pasado verano cuando alguien decidió deshacer de su mascota, un hámster, y dejarla a su suerte en el parque de Quevedo. En un principio podría parecer un buen lugar para que ese animal ya no deseado empezase una nueva vida. Sin embargo, su dueño parecía no tener claro lo que desencadenaría lo que en principio parecía un simple abandono.

Ese hámster consiguió aparearse y formó una comuna de cerca de 30 ejemplares que puso patas arriba por unos días al Ayuntamiento de León, que se vio obligado a cerrar el parque para poder controlar el problema.

Ya no sólo es que estos animales se reprodujeran con facilidad, sino que puso en peligro el resto de especies que habitan en el parque.

Éste fue uno de los ejemplos más claros del daño al ecosistema que provoca la suelta de mascotas. En ocasiones no se hace con mala intención, lo peor es que se desconocen las consecuencias. Finalmente, se controló la plaga y la administración local puso fin al problema en apenas unos días.

En Madrid, uno de los casos más palpables está en el parque del Oeste, donde la suelta de mapaches por parte de dueños cansados de cuidarlos ha provocado que se haya formado una de las mayores poblaciones de este animal en España. Se adaptan perfectamente al medio y es un gran competidor de los recursos, en detrimento de otras especies que habitan el parque.

También las pequeñas tortugas de Florida que, aunque pequeñas en un principio, crecen rápidamente y, en libertad, se convierten en una seria amenaza para todo lo que le rodea por su voracidad.