Diario de León

huellas de la pasión

Las espinas que custodia León

En una guía sobre las reliquias de la pasión de Cristo León estaría presente con las dos espinas de la iglesia del Mercado o del Camino

La románica Iglesia del Mercado, o Santa María del Camino, donde se conservan las dos espinas.

La románica Iglesia del Mercado, o Santa María del Camino, donde se conservan las dos espinas.

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

El drama del Gólgota, revivido y conmemorado desde hace 1978 años, sigue teniendo suficiente fuerza y tirón en toda la cristiandad para que la evocación de aquel singular episodio -"que revolucionó los esquemas de una cuidada y sistemática romanización-", mueva todavía montañas con el motor de una Fé más ralentizada, pero decantada y purificada en los inexorables filtros de dos milenios de serena reflexión.

Hoy, que los tradicionales desfiles procesionales de la Semana Santa, han invadido las carreteras y cambiado las parpadeantes velas por los potentes focos halógenos, queremos colaborar, en cierta manera, a sacralizar el sentido turístico de la enorme diáspora de la semana, siguiendo el rastro, pseudopenitencial, de los instrumentos y atributos, directa o indirectamente vinculados a la Pasión. Para ello, y fieles a la tradición secular, hemos confeccionado esta especie de Guía Histórico-Geográfica de reliquias relacionadas con la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret.

Itinerario de un recuerdo

La inmediata radicación de la capital espiritual de la Iglesia en Roma, ya en los tiempos de Pedro, hace que esta ciudad se lleve la palma en la acumulación de objetos que tuvieron parte activa o pasiva en los momentos culminantes de la Redención.

Así podemos contemplar en la Basílica de San Juan de Letrán, la Mesa de la Santa Cena, donde Jesús instituyó la Eucaristía, además de un relicario que contiene parte de la sangre y agua que brotaron del costado de Cristo tras la brutal «puntilla» de Longinos.

Uno de los dineros con que Judas vendió al Maestro, se conserva en la Basílica romana de San Juan de Jerusalén, otras tres son veneradas en la catedral de Génova, junto a un plato de los trece que componían la vajilla del Jueves Santo.

La Escala Santa, uno de los símbolos más venerados por la cristiandad, se encuentra celosamente custodiado en la Iglesia de los Religiosos Pasionistas de la Ciudad Eterna. Los romanos conservan también parte de los Azotes de la Flagelación -en Santa María in Vía Lata -, y el velo en que se empapó la sangre y agua del Nazareno, lo custodia la iglesia de San Marcos. Ya en el Vaticano, la iglesia de San Pedro nos muestra la lanza de la agresión final, sin punta, pues ésta se exhibe en la Santa Capilla de París. Diversas iglesias romanas se reparten los tres Clavos, un buen número de Espinas y la casi totalidad de la Columna de la Flagelación.

Todavía, en Italia, el turista penitencial puede acercarse a la ciudad de Agnani, donde en su catedral se venera un trozo de la cuerda que sujetó al Condenado, y el resto de los Azotes. Para poder ver la otra parte de la cuerda, no hay que ir tan lejos; en el Monasterio de San Lorenzo del Escorial se completa la atadura. San Marcos de Venecia sorprende al visitante con dos de los tres velos en que La Verónica recibió las imágenes de la Santa Faz, así como un trozo de la columna-testigo de los Azotes.

Más reliquias

También, sin salir de España, se puede contemplar en la catedral de Jaén el tercer velo de la Santa Faz. El último vistazo italiano obligadamente debe estar dirigido a la Sábana Santa de Turín, hoy tan cuestionada tras los análisis realizados con el Carbono-14. Esta sábana fue adquirida en el siglo XV por la Real Casa de Saboya, y ha convertido la ciudad en Meca de peregrinos venerantes.

Jerusalén, además de los «bienes inmuebles» -"Cenáculo y Huerto de Getsemaní, que custodian los Franciscanos-", muestra al viajero penitente, las columnas llamadas de los improperios, el Sepulcro y otra columna en la que según la tradición fue colocada la sentencia de muerte del Galileo. Ubicado todo ello en la iglesia del Santo Sepulcro, regentada por los Padres Franciscanos. Aún quedan restos de la puerta por la que Jesús pasó cargado ya con el madero, para iniciar el «Vía Crucis» hasta lo alto del Monte Calvario.

La frase que cita el Evangelio a propósito de la Túnica inconsútil del Redentor: «no la dividamos, sino echemos suertes para ver a quién toca», garantiza su integridad, por eso la catedral e Tréveris, en Alemania, tiene muy a gala ser la depositaria de esta prenda, junto con algunos otros objetos menores pertenecientes a la Pasión.

La Corona de Espinas

A Notre Dame de París, le cupo el honor de recibir el sagrado depósito de la Corona de Espinas, es decir, el soporte trenzado de aquellas, pues fueron repartidas principalmente en España, donde se localizan de la manera siguiente: once en el Real Monasterio del Escorial, acompañando a un trozo de la Columna de la Flagelación. Dos en el Santuario de la Virgen de Monserrat. Varias en Barcelona. Otras dos en Tárrega. Una en Alcalá. Otra en el Monasterio Cisterciense de La Santa Espina, en Valladolid.

Y dejamos para el final, con la debida deferencia, las dos que se conservan en la ciudad de León, en la románica iglesia del Mercado o del Camino -"La Antigua-" y que los fieles leoneses veneran desde tiempo inmemorial, en la única adoración que se hace al año -"según los datos que manejamos-", precisamente el Domingo de Pasión, que coincide con el cuarto día de la tradicional Novena que la parroquia dedica a La Dolorosa.

Para terminar nuestro dramático recorrido, sin salir de España, el curioso y «pasionario» viajero puede venerar el Cáliz eucarístico de la Cena, en la catedral de Valencia.

Un lienzo de los que Jesús tuvo en la Cruz, en la capilla del Real Palacio de Oriente madrileño.

Y el constatado «Lignum Crucis» -"muchas veces viajero por España-" en el abrupto Monasterio de Santo Toribio de Liébana, en los Picos de Europa. Con la correspondiente reliquia del Madero incrustada en el Paso titular de la Real Cofradía de Minerva y Vera-Cruz leonesa.

1397124194

tracking