Diario de León

novedad editorial

¿Por qué a ellas les duele tanto la cabeza?

Detrás de «cariño, esta noche tampoco» se esconde muchas veces la explicación al por qué entre el 30 y el 40% de las españolas han perdido el deseo sexual

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

El tan socorrido «dolor de cabeza» que, una día tras otro, sirve de excusa a tantas y tantas mujeres, se esconde muchas veces, según Sylvia de Béjar, lo que ella llama «cabreo oculto», y que explicaría en parte por qué un 30-40 % de españolas reconocen que han perdido el deseo.

Los mismos estudios que arrojan tan preocupante dato sitúan en un 14 el porcentaje de españoles a quienes, como a ellas, les duele también la cabeza con frecuencia y, casualmente, a la hora de irse a la cama. «Una mujer necesita que un hombre la valore para tener ganas de ese hombre», afirma Sylvia de Béjar.

Después de vender más de 250.000 ejemplares de su anterior libro, Tu sexo es tuyo , Sylvia de Béjar, escritora, experta en sexualidad humana y educación sexual, además de divulgadora en varios medios de comunicación, vuelve a la carga con Deseo (Editorial Planeta), en el que da pautas para «mantener la pasión y resolver las diferencias sexuales» en la pareja. Pasión que, reconoce, dura poco, «año y medio; dos, tres como mucho».

El deseo -lo tiene claro- es genital en los hombres y emocional, «más de sentimientos», en ellas. «Las mujeres -dice- llegan al sexo por la intimidad, mientras que con los hombres ocurre todo lo contrario, descubren qué es la intimidad a través del sexo».

«A las mujeres se nos gana por la intimidad y por las emociones», insiste De Béjar, para quien la cama «nunca» puede ser el campo de batalla en el que una pareja dirima «sus guerras». La realidad, «lamentablemente», es bien distinta.

Frustación

La ausencia de deseo en la mujer, continúa, esconde muchas veces frustración y «cabreo» con una pareja «que no te valora, que te hace sentir que no eres importante, que te ningunea. Si tú no me respetas, ¿por qué te voy a desear?, se preguntan a diario muchas mujeres», dice.

De ahí que cuando un hombre «cumple con sus obligaciones domésticas y familiares, tiene más y mejor sexo. Está estudiado», asegura. «Cuando mi hombre me trata bien reflexiona en voz alta Sylvia de Béjar -yo le trato como a un rey. Yo y todas. Pero si ese alguien no me hace sentir princesa, ¿por qué le voy a hacer yo sentirse rey?. Es tan sencillo como eso. ¿Quién le da margaritas a los cerdos?».

Las mujeres «no pasamos de gozar», escribe -«¿sabes de alguien a quien no le vaya disfrutar?»-, lo que sí ocurre es que «muchas estamos muy, pero que muy cansadas y muy, pero que muy mosquedas, a sabiendas o no, pero lo estamos. Y cuando llegamos a nuestro límite ¿qué hacemos? Pues eso, cruzar las piernas, es la reacción más habitual; aunque también disponemos de otras formas más sutiles de sabotear el sexo».

Dos ejemplos de «sutileza», según la autora: atacar su autoestima con comentarios del tipo «vaya barriguita que se te está poniendo» o pedirle «guerra» cuando «sabemos» que no puede.

La autora de Deseo puede entender que haya parejas que, de mutuo acuerdo y por las razones que sean, decidan que no necesitan sexo -«es raro, aunque puede ocurrir»-, pero lo normal, dice, es que haya, «porque es un rasgo definitorio de la vida en común».

«¿Y cuánto sexo es suficiente?», se pregunta. «Je, je, je....el que consiga que los dos estén relativamente contentos», se responde. «Aunque, como los gustos nunca son iguales, siempre será un tira y afloja». Es cuestión de negociar y planificar, «con imaginación, si es posible», pide.

Es importante también tener claro que el sexo «no es solamente el coito» y que «si una, dos, tres veces es malo, no pasa nada. Nunca de una mala experiencia se puede hacer un drama. Unas veces sale mejor y otras peor».

Estudios demuestran que de cada cien encuentros sexuales en una pareja entre un 20 y un 25 % son «muy buenos», entre un 40 y un 60% «buenos» y el resto, «¡entre el 15 y el 40%!, poco satisfactorios o, incluso, disfuncionales», destaca Sylvia de Béjar. «Y no por ello se acaba el mundo», escribe en su libro.

Para gozar en la cama «vale todo», recalca, si bien pone tres límites a ese «todo»: respeto, ausencia de violencia y que haya acuerdo.

tracking