Chapista que busca que sus hijos mejoren

Florin Ghica, chapista rumano en un taller del barrio de Socuello, donde trabaja como autónomo, quiere lo mejor para sus hijos. Llegó hace cuatro años a España desde la localidad de Slobozia, en la provincia de Ialomitza y después de que el ingreso de Rumanía en la Unión Europea le abriera las fronteras. Tras dos meses en Madrid, donde no consiguió adaptarse —«no aguanté la presión», dice—acabó por instalarse en Bembibre, donde viven otros 33 compatriotas. Ghica, de 36 años está en España por sus hijos. Y por sus hijos, Ana y el pequeño Iulan, que nació en España, se resigna a no volver a Rumanía. «Rumanía está muy fastidiada por cosas políticas. Y si los niños van a coger una vida mejor, no creo que pueda volver. Estoy aquí por el futuro de ellos», cuenta. Ghica sabe que trabajará toda su vida, pero en Bembibre se siente a gusto. «Estoy contento», reconoce.