Diario de León

LEÓN Y ZAMORA EXPLOTAN EL INTERÉS POR EL LOBO

La apuesta por el turismo verde

El chorco, una trampa utilizada por los vecinos del Valle de Valdeón para atrapar lobos, situado en el monte de Corona.

El chorco, una trampa utilizada por los vecinos del Valle de Valdeón para atrapar lobos, situado en el monte de Corona.

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A pesar de la mala prensa que precede al lobo, para los amantes del ecoturismo, este cánido cuenta con grandes atractivos. La localidad de Robledo, situada en la zamorana Sierra de la Culebra, ha decidido apostar por el lobo como reclamo para los visitantes. Y es que este enclave cuenta con la mayor densidad de población lobuna de toda Europa. Lo que para otros podría suponer un problema, para Robledo se ha convertido en un nuevo impulso económico y social, que se hará realidad en unos meses con la apertura del Centro de Interpretación del Lobo Ibérico.

El Valle de Valdeón, en pleno corazón de Picos de Europa, también ha sabido potenciar la presencia del lobo en su zona. Su apuesta se centra en divulgar las construcciones ligadas a estos cánidos entre los turistas que acuden atraídos por los paisajes y la naturaleza.

Desde los inicios del siglo XVI, los pueblos de Caldevilla, Soto, Posada, Prada, Los Llanos y Cordiñanes decidieron unir esfuerzos para defender a su ganado de los ataques. La abundancia de estos carnívoros en la zona y el aislamiento geográfi co empujó a los vecinos del valle a coordinarse entre sí.

El conflicto que generaba el lobo era de tales dimensiones que, en 1610, legislaron el funcionamiento del chorco, una ingeniosa trampa para capturar este animal, situada en la falda del monte Corona.

Esta peculiar construcción cuenta con Ordenanza de Montería desde sus inicios, en ella se detalla el sistema de acoso a los lobos, y concreta los puestos y funciones de cada persona. Hasta tal punto llegaba el compromiso con el chorco, que los vecinos estaban obligados a cuidar el monte donde se ubica esta construcción.

La ganadería era el principal medio de vida y el lobo se había convertido en el enemigo público número uno. Entonces, los vecinos del valle recurrieron a un curioso método para capturar lobos. El monte Corona servía de refugio de estos cánidos por su orografía boscosa y, además, la cercanía de construcciones ganaderas —donde los animales pasaban el invierno— ejercía como reclamo del cánido.

En cualquier día del año y a cualquier hora —excepto durante la celebración de la Santa Misa—, las campanas de la iglesia de Posada de Valdeón podían dar el aviso. La llamada pasaba de pueblo en pueblo hasta lograr reunir a más de 80 vecinos en el monte Corona. La cacería estaba a punto de comenzar.

Los lobos, acosados por los monteros, descendían por el monte en busca de una salida, pero cuanto más bajaban hacia el valle más próxima estaba su muerte. Sin ni siquiera percatarse se adentraban en una empalizada en forma de embudo, que terminaba por dirigirles hacia el chorco. El chorco es una construcción circular de piedra, similar a un pozo, en la que el lobo quedaba atrapado al fi nal de su descenso.

Por entonces, nadie se libraba de acudir a la montería. La ordenanza fi jaba que los cabeza de familia —varones, mayores de 16 años y menores de 65— estaban obligados a acudir, así como los criados, y de no haberlos, irían las mujeres.

Una forma ejemplar de reunir a varios pueblos en defensa de un mismo interés, que hoy el Valle de Valdeón ha reconvertido en un original reclamo turístico.

De la última montería, en 1964, ya hace casi medio siglo.

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