«La Catedral tiene todos los elementos necesarios para no estar en pie»

La conclusión es tajante, pero cierta. Al menos así lo asegura el coordinador del Proyecto Cultural de la Catedral, José Manuel Rodríguez Montañés. Es sabido desde hace tiempo el delicado equilibrio de fuerzas con las que se planteó el edificio. «Funciona casi en los límites, por lo que los añadidos y modificaciones que ha recibido con el paso de los años lo que han hecho ha sido comprometer su estabilidad», asegura Rodríguez Montañés.

Su afirmación sorprende a los visitantes, perplejos ante la afirmación de que el enorme edificio tenga un sustento tan endeble.

Según las explicaciones del coordinador de El Sueño de la Luz, «en el siglo XVI se reformó el hastial occidental de la nave, sobrecargado de peso, pero sobre todo fueron peligrosas las actuaciones que se llevaron a cabo en el crucero y en el brazo sur del transepto». Estas estructuras, unida a la ya de por sí debilitada zona, llevaron a la Catedral de León a una situación crítica, que se agravó tras el terremoto que asoló Lisboa en 1755. Fue entonces cuando los dos pilares torales del crucero empezaron a ceder, tras lo cual llegó uno de los momentos más críticos de ‘La Pulchra’ : el cierre del templo, su declaración como monumento nacional y el inicio de los grandes trabajos que acogió en el siglo XIX.

En palabras de Rodríguez Montañés, «la traza de los maestros góticos, siendo arriesgada y sabia, incluso me atrevería a decir que delicada, no supo contar con las condiciones del terreno, de la calidad de la piedra y, sobre todo, no dejó la estructura preparada para añadidos». Para él, las intervenciones platerescas y barrocas fueron una zancadilla que a punto estuvo de dar con la Catedral en el suelo. ¿El motivo? Los cálculos de los maestros medievales permitían la estabilidad de una catedral gótica, pero no de sus reinvenciones.