Diario de León

aperos de labranza

Agricultura en miniatura

Félix Morán, vecino de Fresno de la vega, lleva más de una década realizando los aperos de labranza con los que trabajó su padre en pequeñas figuras a escala. Ha conseguido reunir más de 150 recreaciones

Félix Morán, en el antiguo pajar de su casa, convertido ahora en su museo particular, mostrando un antiguo carro de madera tirado por animales que ha realizado a escala de un original que tenía su padre.

Félix Morán, en el antiguo pajar de su casa, convertido ahora en su museo particular, mostrando un antiguo carro de madera tirado por animales que ha realizado a escala de un original que tenía su padre.

Publicado por
Inés Santos
León

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Son más de 15 años los que Félix Morán Miguélez lleva trabajando la madera y el hierro para reconstruir a escala todos los aperos de labranza que utilizaba su padre en el campo. Este vecino de Fresno de la Vega cuenta con una colección que supera las 150 piezas, pero de la cual también puede presumir de tener los originales de cada una de estas maravillosas miniaturas.

Los aperos de labranza son los mayores protagonistas, pero no los únicos. Félix Morán ha realizado diversas escenas típicas y representaciones de la vida de antaño, entre las que podemos encontrar una matanza, una herrería o una clase en la que los mayores pueden recordar cómo eran los pupitres donde se sentaban en la escuela.

Esta colección empezó hace ya muchos años, cuando en casa de su madre encontró un cubre semillas que ella utilizaba para colocar tiestos con flores. Él consideraba que aquel apero era muy curioso y reconoce que le «gustaba mucho, pero con las plantas no se veía». Por lo que decidió hacer un carro para colocar los tiestos, y recuperar aquel cubre semillas, sobre el cual realizó su primera miniatura a escala. En aquel momento pensaba colocarlo en alguna repisa, y tal vez «completarlo con alguna pieza más», pero reconoce que en ningún momento pensó en llegar donde ha llegado. Con el tiempo esa repisa se quedó pequeña, y Félix decidió colocar una mesa, que más tarde tuvo que ampliar.

Hoy tiene una habitación completa, en los antiguos pajares de la casa, que él mismo acondicionó, llena de mesas y repisas en las que expone su colección.

El artesano leonés asegura que cada vez que coloca un nuevo objeto en las mesas de su museo particular se siente muy orgulloso. Le gusta visitarlo de vez en cuando y contemplar todas las pequeñas obras que ha ido realizando con el paso del tiempo.

No descarta la idea de un museo, pero en su casa no puede ser, «no está acondicionado para el publico, hay momentos en los que no se puede pasar» y es que él vive con su familia, y tener el museo abierto al público le causaría un trastorno en su vida diaria.

Pero nunca ha cerrado la puerta a nadie, siempre está dispuesto ha enseñar esas miniaturas que llenan su tiempo libre, a amigos, conocidos o cualquier persona que le pida permiso para poder observarlo. Félix confiesa que muchas veces vienen amigos y familiares de sus conocidos y le piden que por favor les enseñé toda su colección.

«Lo ideal sería una casa a parte», asegura el artesano, pero le ha pedido una casa vieja al Ayuntamiento y aún no ha obtenido respuesta, mantenerlo y acondicionarlo sería muy costoso y en estos momentos no puede ser, «todo el asunto está en el dinero» se lamenta Félix. Pero en algún momento, tal vez cuando su mujer se jubile, podrían llegar a abrir un museo al público, aunque confiesa que si un día ‘desaparecieran’ todos los aperos de labranza «esto no sería mi casa».

Ahora, siempre que puede, hace exposiciones en pueblos y colegios para dar a conocer los aperos con los que se trabajaba la tierra hace años. Siempre realizó este trabajo porque le entusiasmaba, pero también con la idea de darlo a conocer. Pero las exhibiciones son un trabajo muy pesado, ya que el día antes debe empaquetar con cuidado todas las miniaturas para poder desplazarse a los diferentes pueblos de la provincia.

También debe vigilar a los más pequeños, y a otros que no lo son tanto, que «siempre van con las manos a tocar» todo lo que ven. Motivo por el cual a la vuelta de cada exposición debe retocar y reparar algunos de los aperos que por diferentes motivos no han acabado en buen estado. Su mujer le acompaña a todas las exposiciones y ella es la encargada de colocar las representaciones de escenas de la vida típica de aquellos años.

El trabajo bien hecho

Félix Morán asegura que estas exposiciones le muestran el valor de su trabajo. La gente se queda admirada de los objetos que en ellas se pueden ver y que aparecen con todo lujo de detalles.

Las personas que más disfrutan con las miniaturas son aquellos que trabajaron con ellas en el pasado. Muchos de los ancianos que visitan las muestras le cuentan que su padre tenía este apero, y cómo el vecino del pueblo tenía este otro. «La gente mayor queda alucinada y te cuenta lo que tenía su padre» afirma el artesano leonés. «A la gente le gusta recordar tiempos pasados» y estas representaciones son idóneas para ello.

Morán cuenta con ilusión cómo en muchos casos la gente se ha dirigido a él para contarle «lo que trabajaron con este o aquel apero». Y le resulta gracioso que la mayoría de ellos siempre se quejan de la empacadora de mano. Y es que según explica el veterano agricultor, hace muchos años los paquetes o pacas de paja se hacían a mano y se necesitaba mucha fuerza para poder presionar y cerrar la máquina. «Ahora con las empacadoras y la ayuda del tractor el trabajo es más sencillo» y a los que trabajaron con la empacadora manual les gusta ver que su trabajo forma parte de la historia.

Fieles representaciones

Todas sus figuras están realizadas bajo la misma escala (1:10) por lo que el trabajo es más pesado ya que en las piezas pequeñas resulta más difícil ser fiel a esta escala, pero esto hace que los aperos sean proporcionales entre ellos y las exposiciones sean más reales. Esta fue su prioridad desde que comenzó su segunda maqueta. «He visto otras exposiciones y la proporción desentonaba», siempre quiso evitar esa sensación.

Féliz confiesa que tal vez escogió una escala muy pequeña y eso le ha causado más de un dolor de cabeza, pero ahora seguirá con esta escala como pauta. «A veces son cosas tan pequeñas y trabajas con décimas de milímetro» pero siempre intenta que sean lo más aproximado posible a las medidas que anteriormente ha tomado.

Son las iglesias, la bodega, el molino y las representaciones de la casa, las que no siguen la misma escala. «La iglesia mide cerca de 40 metros, si siguiera esta escala serían 4 metros de maqueta y no dispongo de ese espacio», pero aunque no use la misma escala los edificios también tienen un tamaño proporcionado con la realidad.

La Iglesia de San Miguel, la actual parroquia de Fresno de la Vega, se abre en dos y se puede ‘visitar’ en la maqueta de Félix, no le falta ningún detalle. Por supuesto, fiel a su filosofía de trabajo, los bancos y la decoración que componen el interior de la iglesia están realizados a escala, con la misma proporción que el edificio.

La otra iglesia que encontramos entre sus maquetas es la Iglesia de San Andrés de Fresno, la antigua parroquia del pueblo, la cual ya no existe por el paso del tiempo. El artesano recuerda como de pequeño «subía por las escaleras a tocar el campanario». Gracias a sus recuerdos, a los de los vecinos y a alguna foto antigua que ha encontrado ha podido reconstruir el edificio que entusiasmó a todos los vecinos que lo conocieron.

En esta maqueta sólo aparecen los detalles que se recuerdan entre varios, Féliz procuró hacerlo lo más exacto posible, «tienen que ser lo que tiene que ser» añade el vecino de Fresno de la Vega.

El realismo que tienen todas las composiciones proviene también por el material usado. Que también es lo más exacto posible a la realidad. «Busco que las miniaturas sean representativas, si es de madera intento buscar la misma madera», asegura el artesano. Aunque algunos detalles no pueden ser del mismo material, como los tornillos de hierro, que son sustituidos por remaches de alambre hechos por él mismo. En aquellos materiales que le resulta imposible localizar, procura pintarlos a mano para que su apariencia sea lo más parecido al original.

En otras ocasiones es su mujer, Elena Rojo, quien le ayuda con los pequeños detalles, como las sábanas y colchas de la cama. Y también su hija, quien realiza con arcilla pequeños detalles para completar el baño y la cocina que él ha representado.

Medidas con problemas

La pieza que mira con más cariño es una segadora de rastros que encontró en un pueblo de la comarca y desde el primer momento captó su atención. En los días posteriores se desplazó a Pajares de los Oteros para tomar medidas de aquella segadora y poder realizarla en miniatura. Uno de esos días la dueña de aquel apero le encontró midiendo las partes del mismo y le amenazó con llamar a la policía si no se iba, al pensar que se lo quería robar. Pero con suerte pasó por allí otro vecino de Pajares, conocido de Félix, que le explicó a la dueña de la segadora que solamente estaba tomando medidas para representarla en miniatura y que «era de fiar» y no tenía intenciones de robarle nada.

Con estas palabras se calmó la situación, pero Félix quiso mostrarle su trabajo cuando lo terminó. La dueña de la segadora de rastros «quedó admirada de lo bien que había quedado», y aseguró que le gustó ver la miniatura pintada y con todos los detalles que tenía el original.

Tras muchas experiencias, y exposiciones Félix Morán reconoce que lo que más le ha llamado la atención de su trabajo, es que en otros pueblos de la provincia de León le dan un nombre diferente a los mismos aperos. Ahora se lamenta de no haber tomado nota de aquellas diferentes denominaciones para un mismo apero. «Me ha quedado el pesar de no haberlo apuntado», pero no descarta volver por las zonas del Bierzo, o la montaña leonesa para recuperar esas denominaciones y recopilarlas todas.

Del mismo modo que hace años empezó a recopilar en su página web el nombre de los objetos que se usaban a diario hace años, pero que ahora están en completo desuso. De los cuáles llegó a tener una lista con más de 500 utensilios que ya no se usan y que la juventud ni siquiera conoce.

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