Diario de León

la señora sarkozy se reinventa

El regreso de carla bruni

Triunfó como modelo, se convirtió en cantante y asumió sin complejos ser primera dama de Francia. Ahora regresa sin sarkozy y recupera su propia estrella

Carla Bruni, en una sesión de fotos para su último disco.

Carla Bruni, en una sesión de fotos para su último disco.

Publicado por
Marta Garde
León

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Su retorno mediático llegó casi a modo de venganza, para dar su versión de una etapa que se saldó también a nivel personal con el nacimiento de su hija Giulia, el bebé más perseguido por los medios y, gracias a un concienciado blindaje, todavía el menos fotografiado.

Su cambio de aspecto en estos cuatro últimos años —atribuido a supuestos retoques estéticos— su dificultad a la hora de perder el peso ganado durante el embarazo y la progresiva falta de glamur en la vestimenta de quien antes deslumbraba en las pasarelas fueron el blanco favorito de críticas ante las que la interesada no quedó inmune, por violentas e inesperadas.

Pero medio año después de que su labor como primera dama fuera una más en su versátil currículum, Bruni apareció con todas las tablas aprendidas en esas lides y el empuje de quien durante demasiado tiempo ha tenido que permanecer callado.

La revista Elle y posteriormente Vogue , otrora lienzos de sus portadas en el apogeo de su carrera como modelo, le devolvieron la oportunidad de que los franceses la escucharan sin mensajes manipulados por rumores o interpretaciones y comenzaran a ser conscientes de que con la política se había tomado un paréntesis que estaba a punto de terminarse.

Quiso hablar, según afirmó, para cerrar ese capítulo de su vida y expresarse sin los corsés a los que la ataba el cargo. Y con esa libertad reconoció sin tapujos que, aunque no esperaba clemencia, tampoco la «crueldad» de los comentarios lanzados contra su figura.

Vuelta a la música y a la moda

Perfectamente peinada y maquillada, demostrando con esa imagen impoluta que estaba lejos de ser condenada al ostracismo, aprovechó ese recobrado protagonismo para adelantar que su futuro estaba lleno de frentes abiertos.

El segundo plano mantenido hasta entonces fue, según destaca, una «opción personal», impulsada por la certeza de que compaginar todos sus intereses era inviable pero en la que, según quiere que quede claro, nadie le prohibió nada.

Acabada la necesidad de guardar las apariencias, cobraron fuerza todas aquellas facetas aparcadas de forma consciente.

La primera de ellas: la música. La salida de su cuarto disco, el que sucede a Quelqu’un m’a dit , No promises y Comme si de rien n’était , no llegará hasta la primavera, pero hasta entonces Bruni ha ofrecido ya un par de aperitivos con los que saciar las ganas.

A finales de septiembre apareció en el plató de Hier encore , de la cadena France 2, para cantar un tema de Charles Trénet y otro de Georges Brassens, y desde diciembre su voz suena de nuevo en Gens du Nord , un dúo con el artista de origen argelino Enrico Macias, que se integra en un álbum en el que este revisita los éxitos de su carrera.

Al mundo de la música está vinculada también su reaparición como modelo, en el anuncio de los últimos auriculares de la marca francesa Parrot. De frente y en blanco y negro, con los cascos alrededor del cuello, la fotografía tomada por Jean-Baptiste Mondino es ya una imagen habitual en vallas publicitarias y revistas de moda.

Y ejemplo de que no todo va a ser un punto y aparte, la labor al frente de su fundación contra el analfabetismo sigue en pie, manteniendo una lucha humanitaria que según Bruni siempre ha sido su prioridad.

«La aventura fue bonita, pero hoy quiero volver a ser una ciudadana cualquiera. Ya no tengo las ganas ni la obligación de responder a preguntas sobre un mundo que me ha enriquecido a nivel humano, que me ha abierto los ojos y la mente, pero que en el fondo no es el mío», decía en Elle sobre su etapa en el Elíseo.

Las posibilidades que le ofrece esa nueva vida se presentan extensas y en ellas no descarta volver a actuar, tal y como hizo a las órdenes del estadounidense Woody Allen en Midnight in Paris , o incluso escribir su propia obra de teatro, «algo que no sea una canción, algo divertido».

Si por ella fuera mantendría ese recuperado equilibrio familiar el mayor tiempo posible, pero la puerta del retorno de su marido a la política, dada la ambigüedad con la que Sarkozy y con la que ella misma abordan ese tema, no parece del todo cerrada.

Llegue o no ese hipotético momento, Bruni, que acaba de cumplir 45 años, disfruta ahora de lo que califica de una «vida burguesa», ocupada de sus hijos, de su pareja y de su disco, y de la satisfacción que le da, según ha afirmado, el «hacer todos los días lo mismo».

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