Diario de León

historias con historia

«Nunca sabes cómo vas a actuar»

varios leoneses han vivido situaciones límite como la de sidney, aunque en sus casos con final feliz. julián vivió un atraco a mano armada en un banco

Julián Cerezal, el pasado jueves, en la capital leonesa.

Julián Cerezal, el pasado jueves, en la capital leonesa.

Ponferrada

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Siempre le gustaba ir con tiempo antes de que la oficina del banco abriera al público, pero ese día Julián Cerezal se encontró con un cliente y entró por la puerta principal sobre las ocho y diez de la mañana, veinte minutos antes del horario comercial, al tiempo que el interventor. «Esto es un atraco; no os mováis» les dijeron cuatro hombres armados que les apuntaban desde dentro, tras desactivar la alarma de la entonces sucursal de Caja León en Bembibre.

En total, 13 empleados de la oficina y ocho clientes fueron retenidos durante casi una hora aquella fría mañana del 14 de diciembre de 1989 en la capital del Bierzo Alto, hace justo ahora 25 años. Un atraco con rehenes que se saldó sin un herido ni un tiro, pero que recuerda lo ocurrido esta semana en Sidney (Australia), con un resultado mucho más trágico. «No sabes cómo vas a reaccionar. Es una situación que nunca te imaginas que puedes llegar a vivir. Afortunadamente yo estuve tranquilo», recordaba este jueves Julián, hoy jubilado y entonces director de la oficina de la calle Boeza de la localidad berciana.

El caso de Bembibre no es el único que se ha dado en León en los últimos años de atracos con rehenes o situaciones límites de secuestros. En 2007, dos hombres armados robaron en el Deutsche Bank, en Gran Vía de San Marcos. Los atracadores encerraron a los cuatro empleados en el sótano y huyeron antes de que se pusiera en marcha un impresionante despliegue policial, que se encontró con la sorpresa de que cuando entraron dentro ya no estaban allí los ladrones. Para más ‘inri’, aunque fueron detenidos días después, las contradicciones entre los testigos y el hecho de que la grabación de las cámaras de seguridad tenía la fecha mal, les dejó en la calle libres, sin que se supiera más de los 20.000 euros del botín.

Otro caso fue el de la cooperante de Cuadros Mercedes García Valcárcel, secuestrada en Somalia en 2008. Al final, la médico leonesa fue liberada.

«Es que no sabes qué hacer. Recuerdo una cliente que le dio un ataque de risa en medio del atraco», recuerda Julián sobre aquellos 60 minutos interminables.

Con la misma frialdad y disfrazados todos ellos con gafas de pasta sin cristales y barba postiza, los atracadores de Bembibre fueron recibiendo al resto de los empleados, y lo mismo cuando los primeros clientes entraron en el banco. «Mientras nos iban poniendo detrás del mostrador preguntaron que quién abría la caja fuerte. Yo les dije que el interventor o yo; menos mal que fue el interventor porque yo en ese momento me olvidé de la combinación por completo», rememora Julián.

Julián recuerda también que siempre tenía costumbre de echar un vistazo a los alrededores de la sucursal antes de abrir la puerta. Aquel día sólo vio un hombre en la zona, pero no le generó ninguna sospecha. «No me sorprendió, pero después nos dimos cuenta de que era un quinto atracador, que también entró a la oficina».

Los atracadores esperaron no sólo a que se abriera la caja fuerte. También vaciaron los cajeros automáticos en una hora interminable de angustia. «Sólo nos dijeron que no hiciéramos tonterías, que sólo querían el dinero». Y así fue.

Con el botín en bolsas metido, les encerraron en el habitáculo de la caja fuerte. «Abajo había una sala de juntas, pero no quisieron. Yo les dije que no nos cerraran por fuera, porque nos íbamos a quedar sin oxígeno en la cámara acorazada. Lo entendieron y sólo cerraron la verja de la puerta que había antes, que después pudimos abrir con una navaja».

Justo cuando salieron de aquel habitáculo, llegó la policía. Los atracadores nunca fueron detenidos, ni se supo más de ellos. Julián recuerda que aquella tarde, cuando ya había acabado todo, se derrumbó psicológicamente al llegar a casa, aunque se recuperó pronto gracias a unos amigos.

Hoy lo recuerda como un episodio más de su larga carrera en Caja León, hoy Caja España. Le quedó una sensación extraña. Verse en medio de un atraco es difícil de contar siempre. «Pasó y pasó, no tiene más historia», asegura un cuarto de siglo después. Con la misma perspectiva, cree que en medio de aquella pesadilla actuó con corrección para evitar que aquel atraco con armas de fuego no terminara en tragedia.

No fue fácil, pero hoy lo puede contar.

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