Diario de León

CANTO RODADO

con el corazón

la realidad de una tragedia familiar y de un minero a pecho descubierto se estrelló con la ficción, y la farsa, de la campaña electoral

León

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Cuando el corazón se hace añicos, cada paso duele. Sientes rasgarse las entrañas y el gemido de cada gota de sangre. Hablas con lágrimas porque las palabras enmudecen. Luego regresan como bálsamo sobre la herida.

Querida Beatriz:

Oigo tu voz de niña madura por el largo pasillo, hablas con Maite. Veo tu cuerpo esbelto estirarse en la adolescencia, cuando querías ser paseadora de perros, cuando te enamoraste por primera vez para siempre.

Te ilumina una sonrisa franca y amplia y ese timbre alto y claro, lleno de ternura. Sobre todo cuando abrazabas a la güeli. Tu querida güelina. Te recuerdo activa, no parabas de trabajar, no podías estar quieta. A veces preocupada. Apasionada con tu niño, Tarif. Tu pálpito permanece en él, criaturilla, no deja de llamarte, y en los recuerdos de toda tu familia y amistades. Qué injusta es la vida cuando se rompe brutalmente. Sin sentido. Atrapada en la nada.

Descansa en paz, Beatriz.

Hoy el canto rueda casi sin fuerza. Con la tristeza pesando como una losa. Y se graba con el nombre de una sobrina, Beatriz Martínez Morán, que perdió la vida, 31 años y muchos deseos sin cumplir, esta semana en un accidente de tráfico en Galapagar (Madrid). Un 20 de mayo que nunca olvidaremos, por su pérdida irreparable y porque su hijo de dos años salió ileso.

Es imposible empezar, seguir, sin un recuerdo hacia ella, hacia Abu, su compañero, y Tarif, su hijito, su madre Rosa, su padre Antonio, su hermana Irene. Su abuela Mercedes y sus tíos Maite, José y José Luis, Carlos, Eduardo y Cristina. Su prima Lucía. Y el resto de la familia: Tarif y Carmen, todos los hermanos de Abu y los demás primos. Es mi pequeño homenaje. Una despedida sin adiós.

Hay que seguir. La realidad nos alcanza.

A pecho descubierto

La realidad se estrelló sobre la ficción. El final de la campaña electoral. Esa ficción de bustos parlantes, carteles prometedores y autobuses que prometen lo imposible. La realidad era también un minero vestido como cualquier militante del PP que lanzó un SOS para el carbón.

El torso desnudo de un minero despojado de la dignidad del trabajo, lapidado con mentiras y en trance de desesperación se convirtió en la imagen colectiva de un sector, de unas comarcas y de unas familias abocadas al cierre, al declive y al paro.

José Luis es todos los mineros y todas las personas condenadas en los últimos años a quedarse en la cuneta del sistema. Pero hay algo que le distingue de mucha gente. Se propuso alzar la voz, se vistió como para ir a un mitin del PP y se plantó en el pabellón. Luego vino todo lo demás. Él con el torso desnudo, como un crucificado, y los políticos suplicantes, como diciendo: Aparta de mi este cáliz.

Se acabó la farsa. Las lámparas mineras iluminaron el teatro. Y llegó la hora de votar. Amanecerá claro en esta mina oscura que es León, mayormente soleado y con buena temperatura. Un día de primavera que es una oportunidad para virar, siquiera ligeramente, el rumbo de nuestro destino político. Una ventana con nuevas vistas. Volver a empezar.

Tengo la sensación de que los resultados de hoy en las urnas no dependen sólo los próximos cuatro años en nuestros ayuntamientos, pedanías y en la Junta de Castilla y León. La realidad pide un cambio de ciclo. Un poco de aire para respirar.

Las urnas, las urnas. No son un milagro. Sólo una herramienta más. Pero hay que hacer que funcione. Tocar la tecla adecuada para que la partitura colectiva suene bien. Urnas con inteligencia emocional. Hoy conviene votar con la cabeza y con el corazón.

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