Diario de León

a VUELTAS CON EL ‘bREXIT’

Rebelión en la granja

Ningún país se ha ido de la UE y por eso las evaluaciones sobre las consecuencias del ‘Brexit’ son contradictorias. el resultado de la consulta ciudadana es crucial para el futuro de la unión

ANDY RAIN

ANDY RAIN

Publicado por
Íñigo urruchaga
León

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Inglaterra empequeñece. No es una especulación histórica sobre lo que fue en el mundo y lo que hoy representa. No es tampoco un pronóstico sobre lo que ocurrirá si vota el jueves por marcharse de la Unión Europea, porque los partidarios del ‘Brexit’ creen que libraría a su país de las garras de Bruselas y resurgirá como nación ya plenamente independiente.

Inglaterra empequeñece literalmente. Trozos de su costa caen al mar. La erosión derrumba tierras de pasto o cereal, hoteles, casas con vistas. Desde el tiempo de los romanos han caído 32 enteros asentamientos a las aguas del Atlántico, según historiadores. Y Vera Vikolainen, una investigadora holandesa de la Universidad de Twente, averigua cómo podría evitarse.

El encuentro ocurre junto a la estatua del capitán George Vancouver, en el viejo puerto de King’s Lynn. Exploró las costas americanas del noroeste y dio su nombre a la ciudad canadiense. Pero el pionero fue John Smith, líder de la primera colonia británica, en Virginia, desde cuyo lugar de nacimiento partió este itinerario por Inglaterra en vísperas del referéndum.

Hoy, King’s Lynn es un centro comercial para su comarca circundante. Es un destino obligado para los amantes de la observación de aves. En la ribera este del río Ousen, que atraviesa la villa, está la hacienda de Sandringham, con su enorme y elegante mansión, retiro de la familia real. Cerca de allí viven los duques de Cambridge. Pero ni majestuosidad ni belleza natural impiden que el litoral inglés se desmorone en el mar.

Vikolainen es doctora en Estudios Europeos y está muy bien informada sobre las vicisitudes del referéndum británico: «Es un asunto importante y complejo», dice. Ningún país se ha ido de la UE y por eso las evaluaciones sobre sus consecuencias son contradictorias. El momento del referéndum es horrible y el resultado es crucial para el futuro de la UE. La situación sería más difícil si abandonasen. Crearía un precedente. Yo quiero que permanezcan. Estoy a favor de la integración europea.

MÁS QUE COOPERACIÓN

Cuando se le pregunta qué significa «integración europea», si incluye transferencias fiscales para salvar el euro, apunta que eso plantearía «decisiones políticas difíciles». «La UE era un proyecto económico, de integración basada en la cooperación. Que se extiende a cuestiones como el medio ambiente, que no se detienen en las fronteras», afirma.

En camino hacia el sur, el paisaje es llano, se leen letreros que anuncian la proximidad de South Holland.

Diana Goucher busca la última edición del periódico local, Eastern Daily Press , cuando oye el itinerario que transitamos. La portada y un gran reportaje están dedicados a Pocahontas, que hace ahora 400 años llegó a Inglaterra en compañía de su esposo, John Rolfe, vecino de estas tierras. Diana, la madre, es firme partidaria de la permanencia: «En el mundo de hoy hay que encontrar el equilibrio y no deberíamos tener este referéndum. Es tan insensible. El resto de Europa se reirá de nosotros».

Pero su hijo, John, que lleva ahora la granja familiar, no ha decidido aún su voto. «Lo vemos desde la perspectiva de la Política Agraria Común. Es un arma de doble filo. Creo que somos excesivamente dependientes de la UE. Se espera que gestionemos la granja siempre de la misma manera. Es el modo que nos gusta, con sus divisiones y sus setos, que están allí desde hace dos siglos. Pero creo que podríamos ser más imaginativos», dice.

Llega Gerald, el padre, y la invitación para almorzar con la familia. El balance del almuerzo es que en la casa de los Goucher se invierte la idea de un cisma generacional, con jóvenes partidarios de la UE y mayores deseando la marcha. A los mayores en esta casa les preocupa el daño que causaría en la economía y en sus ahorros. Y en el sentido de unidad de la gente europea. Gerald y Diana recuerdan el acceso británico a la CEE en 1973 como un acontecimiento bien recibido, porque el peso de la agricultura era mayor que en Reino Unido, donde menos del 2% de la población vive del sector. Gerald cree que el Gobierno británico daría subvenciones menores, en caso de ‘Brexit’, tras recuperar el dinero que transfiere a la UE, tal como hacía antes del ingreso.

El hijo, John, quisiera lo mejor de los dos mundos, seguir en la UE pero al mismo tiempo tener más libertad. El sistema de la Política Agraria Común es todo lo que ha conocido y en los años setenta y ochenta creó un sector resignado a hacer siempre lo mismo. La reforma de la PAC, que subsidia ahora el mantenimiento medioambiental, ha creado un tiempo excitante. Los agricultores piensan en nuevos cultivos, o en recuperar algunos abandonados hace años. Le gustaría inventar más, no conformarse con rellenar unos formularios para recibir los pagos, explorar otros mercados de manera independiente.

La inmigración no es un problema en esta mesa. Trabajadores de la Europa antes del Este y ahora integrada en la UE son empleados en la granja como temporeros.

El almuerzo termina con risas. Uno puede tener la ambición de independizarse de la UE y descubrir que es más difícil desafiar a tu propia madre.

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