Diario de León

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Escribo desde Bilbao, tras haber asistido a un acto de campaña del lendakari Iñigo Urkullu. Le pregunto si la inestabilidad política que vive la política nacional afecta, para bien o para mal, a esa Euskadi, que acaba de iniciar su campaña electoral con apenas una certeza: que Urkullu seguirá siendo quien gobierne en Ajuria Enea. Me responde sin la menor vacilación: «la situación en España nos viene perjudicando mucho ya desde antes de las elecciones de diciembre; no tenemos interlocutor efectivo». Un par de días antes, tuve oportunidad de preguntar lo mismo a Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia y candidato a lo mismo cuando, el día 25, se celebren las elecciones autonómicas vascas y gallegas. La respuesta de Feijóo fue, más o menos, la misma.

Y no puedo olvidar, claro, que escribo en vísperas de una Diada que, en Cataluña, va a significar el principio de todos los males del infierno para quienes, catalanes y resto de españoles, deseamos un país, España, sólido, unido, moderno, próspero y más justo. Lo que ocurre es que la política nacional ya no se hace en los cenáculos y mentideros de la Villa y Corte. Ya no depende de las llamadas telefónicas con mayor o menor clandestinidad y/o transparencia entre los líderes, esa llamada ‘banda de los cuatro’ que piensa que, con sus líneas rojas, vetos, pequeñas ambiciones, grandes enfados y falsas proclamas patrioteras contribuye a la solución de lo que han estropeado. No: la crónica de este país llamado España, o Estado español como quieren los nacionalistas ya no pasa necesariamente por las ruedas de prensa en el Congreso de los Diputados; ni por las maniobras que se hacen en Ferraz o en Génova; ni por las manifestaciones en la Puerta del Sol.

En el desayuno de Urkullu nadie, excepto alguna pregunta periodística, habla de Otegi, o de referéndum de autodeterminación, ni de soberanía, ni de ETA. Nada que ver esta Euskadi por la que ando estos días con la de hace poco más de un lustro: he paseado por las calle con la candidata socialista, Idoia Mendía, y con el candidato del PP, Alfonso Alonso, así como con el ex consejero de Interior, Juan María Atutxa y con Javier Madrazo, ex dirigente del comunismo vasco y cercano a una facción de Podemos. Nadie lleva ya aquí escolta, que se perciba. El clima entre los aspirantes a la lendakaritza es bueno.

Definitivamente, hay otras formas de hacer política para el ciudadano, y no están, y quizá ni se las espera, en esa Villa y Corte que hemos logrado emponzoñar entre todos. Ni en esa plaza de Sant Jaume a la que tan ajenos son tantos barceloneses, tantos catalanes. Pues nada: que venga un vasco, un gallego, un andaluz, y nos lo arregle, porque me parece que, con lo que tenemos hoy por hoy instalado en los centros de poder de la capital, nos vemos votando el próximo día 18, que la propuesta de reforma legal para evitar que sea el día de Navidad ya está redactada y hasta, me temo, pactada. Lo único que tienen pactado, manda carallo.

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