Patas arriba

A menudo, en la vida, nos pasa algo que lo pone todo patas arriba. Se rompe una relación, le despiden del trabajo, los hijos se van de casa… Son cambios que no se eligen y a los que toca saber adaptarse.

Y eso, ¿cómo se hace? ¿Cómo salir adelante cuando no se deja de mirar atrás? ¿Cómo dejar de resistirse a la nueva situación y tener seguridad y confianza en que todo irá bien?

Lo primero, tal vez sea comprender que la vida es cambio, que todo está en continuo movimiento y que no podemos resistirnos a ello. «Me gustaría volver a ser la que era», me decía hace poco una clienta que se acababa de separar. ¿Y si eso fuera imposible? ¿Y si ahora tocara ser una persona diferente, hecha de nuevas experiencias y nuevos aprendizajes?

Lo segundo es aprender a interpretar lo que está pasando de una forma útil y no quedarse anclado en el «¿por qué me pasa esto a mí?» o «la culpa es mía». Ni el victimismo ni buscar culpables sirven de nada en estas situaciones.

Además, la interpretación que le demos condicionará nuestra respuesta. Si en vez de preguntarnos «¿por qué?» nos preguntamos «¿para qué?» o «¿qué oportunidades se me ponen ahora delante?», es posible que incluso seamos capaces de encontrar algo positivo en lo que nos ha pasado. Y sí, seguramente una de las últimas cosas que quiere oír alguien que está atravesando una situación así es que todo es para algo y que esto le permitirá desarrollar su fortaleza interior, pero es que es cierto. Y, desde luego, es mucho más inteligente pensar así que quedarse dándole vueltas a lo que ha sucedido.

Así que, si quiere hacer algo que le ayude a salir de ahí, empiece por buscar personas en las que apoyarse. No tenga miedo a pedir ayuda, todos la necesitamos alguna vez.

Y, poco a poco, construya un nuevo proyecto de vida que le ilusione. Dese tiempo para volver a recuperar la esperanza y a sentir que tiene el control de su vida. No busque remedios rápidos a lo que le ha pasado ni piense que es el final de nada, porque también puede ser el principio de todo.