Diario de León
Publicado por
Enrique Vázquez
León

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Trump es empresario profesional y curtido: arruinado algunas veces, pero animoso y con recursos, siempre ha sabido salir a flote. Tal vez admira secretamente a un colega catarí, Mutaz al-Jayaz, quien se dispone a importar a toda velocidad, por vía aérea, 4.000 vacas capaces de proveer la leche que ha desaparecido de los mercados cataríes tras el boicot que el gobierno saudí y un puñadito de países del Golfo han organizado para que el emirato se avenga a razones, es decir, para que se alinee con la política de los saudíes y abandone su libertad táctica y su independencia política.

En otras palabras, que embride a la TV Al-Yasira, la única televisión de la región medianamente visible, se una a la línea dura contra Irán, se divorcie de los Hermanos Musulmanes, se avenga a reconciliarse con el régimen egipcio y, en fin, tome partido en una especie de alianza capaz de hacer frente al auge iraní, con una música anti-chií al fondo. El boicot podría ser un parte de defunción anticipada de un país minúsculo (poco más de un 2% de la superficie de España) que vive comprando cuanto necesita gracias a sus enormes yacimientos de petróleo y gas.

Este status había sido respetado, mal que bien y con poco entusiasmo desde que al-Yasira ayudó decisivamente con una transmisión en directo y sin pausa de la revolución popular egipcia contra el régimen del general Mubarak en 2011. Ahora el pecado es mucho peor: el emirato, enfrentado a la volátil situación en el área, ha resuelto mantener su independencia de criterio, rehúsa hacer de la dimensión confesional el eje de su acción política regional (aunque el islam es la religión oficial se reconoce la libertad de cultos y de conciencia y el tono social al respecto es moderado y viable). Todo esto, además, con el beneplácito ya muy antiguo de los EE UU, porque la familia reinante, los al-Thani, entendió muy bien hace ya muchos años que su pequeña península era idónea para convertir parte de su territorio en una base aérea impresionante, al-Udeid. Varios miles de militares norteamericanos trabajan allí día y noche y de sus instalaciones salen docenas y docenas de misiones aéreas que en estos días de auge del islamo-terrorismo son, sencillamente, vitales. ¿Poner en peligro al-Udeid? Solo un analfabeto en asuntos estratégicos como el presidente Trump podría hacerlo.

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